En la anterior entrada sobre refranes hablamos del investigador mexicano Herón Pérez Martinez. En aquella ocasión vimos cómo había recopilado los refranes que aparecían en la obra de Agustín Yáñez Las tierras flacas. En 1993 publicó en México su libro Refrán viejo nunca miente donde aparte de una amplia muestra de los refranes mexicanos de siempre nos ofrece un estudio completísimo sobre el tema. En él podemos conocer la antigüedad de los refranes y su relación con la literatura y la tradición, el origen de la palabra y la relación con la familia paremiológica, qué es el refranero mexicano, sus recolectores y la influencia castellana. Además se acerca a cuál es la temática más usual y a las estructuras que han perdurado desde su inicio. A una de éstas vamos a dedicar nuestra selección. Numerosos son los refranes que comienzan con Más vale..., donde se nos recomienda la primera opción de las dos que se nombran. Se juega en muchos casos con la sorpresa, el juego de palabras o lo paradójico. Aunque pueda parecer que se corresponden con aquellos que empiezan por Vale más... no en todos los casos son equivalentes y pueden expresarse indistintamente. Pasemos a mostrar ejemplos del primer tipo.
Más vale muchos pocos que pocos muchos.
Más vale mearse de gusto que de susto.
Más vale burro que arrear que no carga que cargar.
Más vale oler a unto y no a difunto.
Más vale tierra en cuerpo que cuerpo en tierra.
Más vale una colorada que cien descoloridas.
Más vale un carajo a tiempo que cien mentadas después.
Más vale prevenir que lamentar.
Más vale rato de sol que cuarterón de jabón.
Más vale Tianguistengo que tianguistuve.
Más vale tratar con pícaros que con pendejos.
Más vale rodear que rodar.
(Herón Pérez Martinez, Refrán viejo nunca miente, Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, 1997)
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