domingo, 27 de noviembre de 2011

Malas Notas 21

No tenemos más remedio que admirar a nuestros hijos, y reconocer que nunca podremos alcanzarlos.

La paternidad es una profesión en la que regañar debe resultar, cuando menos, doloroso.

La literatura pertenece al reino de lo "que bien pudo ser", enclavado en el territorio de los sueños y cuyos reyes son Doña Quizás y Don Posible.

La vida no es más que una sucesión de malentendidos que, desgraciadamente, sólo nosotros entendemos.

Soy un eterno buscador de la verdad al que fascina cualquiera de las mentiras.

En el bicentenario de Liszt

Hace doscientos años nació Franz Liszt, considerado el más grande pianista de todos los tiempos. También es reconocida su influencia y el apoyo que prestó a los nuevos compositores. Creador del poema sinfónico, compuso doce, destacó sobre todo por su obra para piano. Romántico y virtuoso, su obra tiende a la espectacularidad, aunque hay momentos en que parece que se recoge y descubre que basta con insinuar para suspender la respiración del público. Así en esta tercera Consolación para piano S172. La interpretación, bellísima, es del ucraniano Horowitz (1903-1989) que por momentos parece que no necesita tocar las teclas para que se deslice, suave, la música por el escenario.


Perogrulladas en el refranero

Aunque nos quieran hacer creer que los refranes son sentencias profundas que el pueblo ha dado forma a lo largo de los siglos, muchas veces no son sino ocurrencias, gracias y dichos para dar matraca a los demás. La vena humorística es tan importante como la moral, tanto que muchas veces se confunden, y al reírnos de los nuestros vecinos o de nosotros mismos no hacemos otra cosa que liberarnos de un dolor que puede ser insoportable (Nos reímos por no llorar). También nos encontramos con el uso del lenguaje como divertimento, como ejercicio paradójico o como sorpresa inesperada. José Mª Iribarren y Ricardo Ollaquindia en su Refranero navarro tienen un capítulo titulado "Simpladas y sinfundamentadas" en el que recogen algunos de estos dichos. Saboréenlo.

Pantalones tengo tres; éstos, los que llevo puestos y los que ves.

Tampoco el congrio es mal ave.

El que todo lo gasta de una vez, no deja nada para después.

Doce y una trece, el que no caga perece.

¡Qué risa me da el tacón cuando está rota la media!

Lo que le pasó a Narciso, que no le pasó más porque no quiso.

Pa vivir así, más vale no morir.

Con salú te pille el tren.

Pégale en la nuca pa que no cojee.

No hay peor gente que hombres y mujeres y algún soldáu.

¿Qué haces? -Por aquí meando, sin saber lo cago. ( Por aquí me ando sin saber lo que hago).

Eso son verdades de Perogrullo , que a la mano cerrada llamaba puño.


(José Mª Iribarren y Ricardo Ollaquindia, Refranero navarro, Fondo de estudios y publicaciones, 1983)

Los aflorismos de Castilla del Pino

Entre 2003 y 2009 Castilla del Pino dejó en su ordenador una carpeta con textos cortos a los que denominaba Aflorismos. Según definición del autor el aflorismo es "Algo que se me ocurrió, surgió o me apareció de manera más o menos inesperada". Si reparamos en los más de ochocientos textos podemos apreciar que aunque ha cambiado el nombre nos encontramos con verdaderos aforismos. Basta reconocer algunas de las características propias de éstos para identificarlas en los textos de Castilla del Pino. Así descubrimos que una misma idea se reitera desde enunciados diferentes; como, a veces, aparentemente se desarrollan ideas contradictorias (sólo en apariencia, ya que el mundo en que vivimos, y por lo tanto el que expresamos, no es único sino diverso y variado); también reconocemos ideas expresadas con antelación por otros pensadores, incluso conceptos demasiado manidos. Pero todo esto forma parte del aforismo, incluso su intención moral. En muchos de los aflorismos vemos la pretensión de señalar una vía de comportamiento para ser más felices o menos desdichados. Como no podía ser de otra manera predominan los pensamientos sobre los sentimientos y las conductas. En resumen nos encontramos ante una colección de aforismos con todos los ingredientes de una obra clásica y con el aliciente de todo un escritor contemporáneo.
La selección que añado sólo pretende incitar a su lectura y disfrute.

Vive de tal forma que cuando llegue la hora de la muerte sientas pena por dejar esta vida.

Releer: la seguridad de no perder el tiempo.

No te exhibas. Que los demás te descubran.

Uno sobrevive sólo en el recuerdo de los demás. Cuando éstos desaparecen, uno ha desaparecido también. No hay inmortalidad: hay memoria.

Más que la búsqueda directa de la felicidad, que es utopía, debemos desprendernos de lo que nos hace infelices.

Hay errores en la vida, y hay vidas erradas: son dos cosas distintas.

Diferenciar entre quién se es y qué se es. Lo segundo es accesorio y, como tal, perecedero.

Los grandes escritores nos enseñan a leer el mundo.

La cultura es un instrumento para ver y para estar en el mundo; además, entretenimiento.

Hay siempre una constante de soledad en el ser humano: su intimidad.

Hablar puede ser hablarse, pero escribir es siempre escribir-le.

El hombre está hecho para poder estar solo, no para ser solitario.


(Carlos Castilla del Pino, Aflorismos. Pensamientos póstumos, Tusquets, 2011)

domingo, 13 de noviembre de 2011

La vuelta de Juan Marsé

Ya nos lo había advertido Un día volveré; y para nuestra alegría ha vuelto al mundo que nos ha cautivado tantas veces. Vuelve el Carmelo, Guinardó, la Barceloneta, Travesera de Dalt, el Parque Güell y el Ensanche. Vuelve la posguerra, la miseria, las ensoñaciones y los héroes a su pesar. El mundo de Marsé es uno y único, y nos permite, cada cierto tiempo, que vivamos en él. Tras su incursión en la actualidad con Canciones de amor en Lolita's Club, Marsé vuelve al tiempo de su juventud, aquel donde se formó y formó una manera de ver el mundo. Caligrafía de los sueños, su última novela, nos cuenta la iniciación de un muchacho a la vida. Cargada de múltiples referencias autobiográficas somos espectadores del paso de la adolescencia a la juventud de Ringo, muchacho que deviene en futuro escritor al perder un dedo en un taller de joyería y ver frustrada su vocación de pianista. Pero siendo importante el protagonista no es nada sin los entrañables personajes que le rodean, su familia adoptiva, sus compañeros de correrías, la masajista y su hija, el futbolista cojo o los hermanos de la taberna, todos forman el entramado por donde discurren sus sueños. Fiel continuadora de dos de las más importantes novelas escritas el pasado siglo- El embrujo de Shanghai y Rabos de lagartija- en su nueva novela Marsé vuelve a demostrar que es tan buen novelista como narrador. Especial mención a los diálogos, perfectos a la hora de identificar a los personajes, fluyen con naturalidad y desparpajo, como en la vida misma.

(Juan Marsé, Caligrafía de los sueños, Lumen, 2011)