domingo, 14 de noviembre de 2010

Malas Notas 8

Tres malas notas sobre los libros.

El amante de los libros, como el buen padre, debe prever el futuro de sus hijos cuando muera.

A pesar de mi pasión por los libros, nunca seré un bibliofilo, siempre preferiré la pintura al marco.

Hay libros a los que perdonamos cualquiera de sus muchos errores; a otros, sin embargo, no los salvan ni sus miles de aciertos.

Los sueños desde un castillo roquero

Conocer a un nuevo escritor, en este caso escritora, es como enamorarse. Tenemos la necesidad de saber todo de ella. ¿Qué ha escrito? ¿Dónde publica? ¿Qué dicen las críticas? ¿Qué autores le gustan? ¿Qué se sabe de su vida?
Alice Munro publicó en 2006 (se tradujo al castellano en el 2008, lo compré en el 2009 y lo acabo de leer) La vista desde Castle Rock; doce capítulos que bien pueden funcionar como doce cuentos donde nos cuenta la azarosa vida de su familia y la suya propia. Es tal la sinceridad y calidad de su escritura que acabas sintiéndote un familiar lejano que te sientes orgulloso de tener trato, aunque sea lejano, con la escritora. Tiene tantas cosas que contarnos, que mostarnos, que en ningún momento tienes la sensación de estar leyendo literatura, te encuentras ante una persona que se te antoja maravillosa por la manera narrar, de explicar y analizar su vida.
Con razón hablan de la influencia de Chéjov, el gusto por el detalle cotidiano, las preocupaciones de los personajes tan familiares, la naturalidad de la narración, nos recuerda al escritor ruso. En nuetro caso cabría hablar también del acierto a la hora de escoger las doce historias y como entre ellas forma obra sin fisuras. Nos podría gustar saber más espisodios de su vida pero nos basta con lo leido para admirarla. ¿Se puede pedir más?

(Alice Munro, La vista desde Castle Rock, RBA).

lunes, 1 de noviembre de 2010

Luis Mateo Díez y los niños del patio

Luis Mateo Díez acaba de publicar un libro, Azul serenidad, en que nos cuenta la experiencia de la muerte de personas muy cercanas, su sobrina Sonia y su cuñada Luz. El libro se completa con la publicación de la correspondencia que mantuvo con Sonia a cuenta de unas fotografías que ésta le mandaba de unos niños retratados desde el patio de su casa. Si en la primera parte me parece que peca de exceso de literatura, lastrando el dolor de la pérdida con una perfección estilística que a veces nos hace olvidar qué nos está contando; en la segunda, las cartas remitidas a Sonia, son un ejercicio magistral de lo que se puede ver y adivinar en una imagen. La mirada que interpreta la mirada de la fotógrafa, haciéndonos reparar en lo manifiesto pero a la vez oculto, se nos aparece como capitulos de una novela imposible pero necesaria. Es un placer este desconocido Mateo Díez, tan inmediato, tan libre, tan fresco, tan natural, tan cercano.

(Luis Mateo Díez, Azul serenidad o la muerte de los seres queridos, Alfaguara)

Wittgenstein en la década de los treinta

Ludwig Wittgenstein (1889-1951) filósofo vienés decía que sus textos debían leerse lentamente, saboreando su sintaxis, asumiendo sus pensamientos. Al margen de sus obras filosóficas, entre sus manuscritos aparecieron apuntes sobre los temas más variados y que fueron escritos de 1914 a 1951. Esta selección, que espero saborees con tranquilidad, está comprendida entre los años 1930 y 1939.

Podría decir que si el lugar al que quiero llegar estuviera al final de una escalera, renunciaría a alcanzarlo. Pues allí adonde quiero llegar verdaderamente debo estar ya de hecho.
Lo que pueda alcanzar con una escalera, no me interesa.

El pensador se parece mucho al delineante que quiere marcar todas las conexiones.

El verdadero mérito de un Copérnico o de un Darwin no fue el descubrimiento de una teoría verdadera, sino de un aspecto fructíferamente nuevo.

Algunas veces se ha dicho que el disimulo y la ocultación de los judíos han sido producidos por la larga persecución. De hecho esto es falso; en cambio es evidentemente cierto que sólo existen, a pesar de esta persecución, porque tienen inclinación a esta ocultación. Como podría decirse que un animal no se ha extinguido porque tiene la posibilidad o capacidad de ocultarse. Con ello, en modo alguno quiero decir, desde luego, que haya que alabar por ello tal posibilidad.

En el arte es difícil decir algo que sea tan bueno como no decir nada.

En un solo día pueden vivirse los terrores del infierno; hay tiempo suficiente para ello.

En la carrera de la filosofía gana el que puede correr más despacio. O aquel que alcanza el último la meta.

Dormirse en los laureles es tan peligroso como descansar en una excursión por la nieve. Cabeceas y te mueres en el sueño.

Estoy sentado sobre la vida como el mal jinete sobre el caballo. Debo agradecer a la bondad del animal el no ser derribado ahora mismo.


(Ludwig Wittgenstein, Aforismos. Cultura y valor, Espasa-Calpe.)

La grosería escatológica chilena

Hay un grupo de refranes que determinados recolectores han suprimido en sus publicaciones. Se trata de refranes calificados de groseros y de mal gusto, y ellos, siempre tan interesados en la moral y las buenas costumbres, no nos han considerado maduros para su lectura. Afortunadamente se está imponiendo la tesis de considerar al refrán como expresión idiomática más allá de consideraciones morales. y hoy en día es normal encontrarse con éstos junto a los refranes canónigos. Desde Chile nos llega esta pequeña selección.

¡Aguardiente y vino puro, es bebida de los reyes, que tomen agua los bueyes, que tienen el cuerno duro!

La cosa es muy sencilla, el hombre mea parado y la mujer en cuclillas.

Dale gusto al cuerpo huaso, no dejes pasar la suerte, que la vejez llega pronto y después viene la muerte.

¡Donde hay pan hay ratones, donde mujeres... cabrones!

¡El que no tenga dinero, que ponga el culo pa' candelero!

Eso es muy cierto, como sacarse un ojo y quedarse tuerto.

¡Inés, Inés, ponme el embudo otra vez!

No hay más moral que la mata de mora.

Para vivir gordito, después de cada mascada un traguito.

Puta y fea, poco putea.

¡Qué bonito está ese surco, para echarle una sembrá.

¡Sólo borracho y dormido, no se siente lo jodido!

¡Solo borracho y tirado, no se siente lo fregado!

Viejo que con moza se casó, vive como cabrito y nuere como cabrón.


(Cardemil Herrera, Alberto, Refranes y moralejas de Chile, Zig-Zag)

Josef Menyhart y el servicio

Nada sabemos del propietario de este ex-libris, sólo que, además de la lectura, su biblioteca le proporcionaba otras visiones.

eRótica

Empecemos por una capitular casi infantil.