Los hombres deberían desilusionarse más a menudo; desilusionarse de todo, para que más tarde y poco a poco, si fuera posible, encontrar las fuerzas y la alegría de vivir.
Cuando alguien a quien apreciamos dice mal de otro a quien también tenemos afecto, sentimos un desconcierto parecido a la traición; pero no sabemos quién nos traiciona, si quien opina o quien dio lugar a la opinión.
¿Qué lugares se esconden en nuestro cuerpo donde sólo habitan el llanto y la pena?
Quisiera ser de profesión antólogo. Dejadme leer y escuchar por vosotros; confiad en mis preferencias; dejarse llevar por mis gustos; permitid que, por vosotros, seleccione. Prometo no defraudaros, porque en cada fragmento, en cada movimiento irá mi pasión por el arte y, sobre todo, mi amor por vosotros.
En este cuaderno personal van a aparecer algunas de mis aficiones más queridas: La literatura aforística, los refranes, recomendaciones de libros y música clásica, imágenes y grabados del mundo del libro, y esas "malas notas" que de tarde en tarde se me presentan como si tuvieran algo que decir. La incorporación de nuevas entradas se hará, aproximadamente, todas las semanas.
miércoles, 28 de agosto de 2013
Tarjeta de presentación
Nuestro terrier no es un sujeta libros metálico o de porcelana, simplemente se apoya en ellos para no perder de vista a una polilla que ha surgido de entre las hojas de uno de los volúmenes. ¿Se estarán comunicando en ese lenguaje animal que desconocemos? ¿Le informará del autor, título y argumento? ¿Podemos suponer que conocen nuestro lenguaje y se entretienen enjuiciando nuestras obras? ¿O sólo le habla del sabor y textura de las hojas? Nada sabemos, como también desconocemos casi todo de la vida de Ellen Beck, ilustradora de ex-libris que nació en 1900. Es probable que el ex-libris que mostramos perteneciera a su biblioteca o sirviera de tarjeta de presentación ante posibles clientes.
Una R con copete
Partiendo de las letras góticas, Charles Snell, inglés del siglo XVII, creó un alfabeto capitular del que forma parte nuestra letra. En trazo grueso destaca la forma original, pero un sinfín de líneas la van acompañando. Unas nacen de las misma letra como formadas por una vibración que perdura como las ondas, otras ocupan los espacios en blanco entrecruzándose y variando el grosor como en una rúbrica imposible. En conjunto, incompletas espirales, forman una imagen hipnótica que nos transporta a un sueño donde adivinamos una R con un absurdo e inapropiado copete.
martes, 27 de agosto de 2013
Música alemana para aficionados
Carl María Von Weber (1786-1826) fue precursor del romanticismo alemán rebelándose contra el predominio de la ópera italiana y dando origen a la ópera alemana de condición nacional. Hijo de músicos ambulantes muy pronto se inició en la música a través del piano. Sus composiciones para piano arrancan del clasicismo adquiriendo, sobre todo en sus movimiento más rápidos, un desarrollo que alumbra las notas de los futuros románticos. Su obra número 10 la forman seis sonatas para violín y piano compuestas y dedicadas a los aficionados, creciendo en progresión su dificultad. La última de ellas está formada por tres movimientos, Allegro con fuoco, Largo y Polonesa. La versión que vamos a escuchar está interpretada por Isabelle Faust al violín y por Alexander Melnikov al piano, fue grabada en 2011 y editada este año, 2013, por Harmonia Mundi.
Más vale ...
En la anterior entrada sobre refranes hablamos del investigador mexicano Herón Pérez Martinez. En aquella ocasión vimos cómo había recopilado los refranes que aparecían en la obra de Agustín Yáñez Las tierras flacas. En 1993 publicó en México su libro Refrán viejo nunca miente donde aparte de una amplia muestra de los refranes mexicanos de siempre nos ofrece un estudio completísimo sobre el tema. En él podemos conocer la antigüedad de los refranes y su relación con la literatura y la tradición, el origen de la palabra y la relación con la familia paremiológica, qué es el refranero mexicano, sus recolectores y la influencia castellana. Además se acerca a cuál es la temática más usual y a las estructuras que han perdurado desde su inicio. A una de éstas vamos a dedicar nuestra selección. Numerosos son los refranes que comienzan con Más vale..., donde se nos recomienda la primera opción de las dos que se nombran. Se juega en muchos casos con la sorpresa, el juego de palabras o lo paradójico. Aunque pueda parecer que se corresponden con aquellos que empiezan por Vale más... no en todos los casos son equivalentes y pueden expresarse indistintamente. Pasemos a mostrar ejemplos del primer tipo.
Más vale muchos pocos que pocos muchos.
Más vale mearse de gusto que de susto.
Más vale burro que arrear que no carga que cargar.
Más vale oler a unto y no a difunto.
Más vale tierra en cuerpo que cuerpo en tierra.
Más vale una colorada que cien descoloridas.
Más vale un carajo a tiempo que cien mentadas después.
Más vale prevenir que lamentar.
Más vale rato de sol que cuarterón de jabón.
Más vale Tianguistengo que tianguistuve.
Más vale tratar con pícaros que con pendejos.
Más vale rodear que rodar.
(Herón Pérez Martinez, Refrán viejo nunca miente, Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, 1997)
Más vale muchos pocos que pocos muchos.
Más vale mearse de gusto que de susto.
Más vale burro que arrear que no carga que cargar.
Más vale oler a unto y no a difunto.
Más vale tierra en cuerpo que cuerpo en tierra.
Más vale una colorada que cien descoloridas.
Más vale un carajo a tiempo que cien mentadas después.
Más vale prevenir que lamentar.
Más vale rato de sol que cuarterón de jabón.
Más vale Tianguistengo que tianguistuve.
Más vale tratar con pícaros que con pendejos.
Más vale rodear que rodar.
(Herón Pérez Martinez, Refrán viejo nunca miente, Zamora, Mich., El Colegio de Michoacán, 1997)
lunes, 26 de agosto de 2013
Las ocurrencias de Juan Rufo
Aprovechemos que en una de las últimas entradas conocimos algunos apotegmas de los filósofos clásicos, recogidas por Erasmo de Rotterdam, para mostrar en esta ocasión algunas de las que debemos al cordobés Juan Rufo (1547-1620). Nuestro paisano, hijo de tintorero y nacido en la calle del Tinte, debió ser un tipo curioso y amante del dinero ajeno. El más sufrido fue su padre que continuamente se hacía cargo de los desfalcos, engaños y sustracciones de nuestro poeta. Ya siendo sólo un niño le robó 500 ducados y los perdió en el juego. Marchó joven a la universidad de Salamanca y a pesar de que parece ser no pisó sus aulas recibía regularmente la asignación paterna. De vuelta en Córdoba y una vez conseguido el puesto de jurado en la ciudad se apropió de 600 fanegas de trigo destinadas a la alimentación de sus conciudadanos. De nuevo su padre tuvo que salir en su defensa haciéndose cargo de la deuda. No nos detengamos más en estas menudencias, sólo apuntar que en cuanto a amores también tuvo el padre que pagar por palabras de matrimonio a doncellas que no llegó a cumplir. Nuestro poeta es conocido por dos obras La Austriada y Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso. En la primera cantó a don Juan de Austria en la guerra de Granada y en la batalla de Lepanto. De la segunda es de la que nos ocupamos. Los apotegmas de Juan Rufo comparte la idea de dicho o respuesta breve y sentenciosa ante un dilema o situación. Pero en este caso no busca en los demás estas sentencias sino que el poeta aparece como protagonista de todas ellas, a él debemos las ocurrencias y de su boca saldrán todas las respuestas. Los temas que trata son de lo más variado, desde la moda a la vejez, de la belleza a la cobardía, de la pobreza a la arrogancia, del juego a la amistad. Aunque el título nos habla de seiscientos en realidad los apotegmas que publica son setecientos siete. De ellos aquí dejo algunos.
Preguntole otro de sesenta años si se teñiría las canas, y respondió: "No borréis en una hora lo que Dios ha escrito en sesenta años."
Llamábase Ángela cierta fea, a la cual dijo: "Harto mejor suena vuesa merced que parece."
Decía que la vida larga era prisión luenga, retablo de duelos, soledad de amigos, vergüenza de haber vivido y temor de no vivir.
Preguntó un hombre, que no debía ser muy leído, "si fue Séneca de Córdoba". Respondió: "Pues ¿de dónde había de ser?"
A un caballero altísimo de cuerpo, moreno y desgraciado, que le apodaba, le dijo "que parecía noche de invierno en lo frío, en lo escuro y en lo largo".
Un hombre mentiroso y de grandes defectos era el más feo del mundo; y diciendo muchos mucho mal dél, dijo: "Lo mejor que tiene es la cara."
Llamábase cierta mochacha Esperanza, bonita como un oro; y con ser de once años no más, andaba nuerto por ella un soldado; a quien dijo (preguntándole qué le parecía de su dama), "que era buena para esperanza y mala para posesión".
Ahogose cierto hombre borracho nadando en Guadalquivir, y dijo: "Al fin murió aquel hombre a manos del mayor enemigo que tenía."
Cierto poeta y músico componía ruines letras y dábales buenos tonos, por lo cual dijo "que eran sus coplas delitos bien pregonados."
En cierta conversación dijo un fraile: "¿Cuál es el fraile que no tiene devota?" Respondió:"El que es devoto."
Díjose que una mujer adúltera escapó de su marido por no tener con qué matalla. Respondió: "¿Teniendo cuernos le faltó con qué?"
Preguntado qué cosa era más pesada que el oro, respondió: "No tenello."
(Juan Rufo, Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso, Madrid, Espasa-Calpe, 1972; hay nueva edición en Fundación José Manuel Lara.)
Preguntole otro de sesenta años si se teñiría las canas, y respondió: "No borréis en una hora lo que Dios ha escrito en sesenta años."
Llamábase Ángela cierta fea, a la cual dijo: "Harto mejor suena vuesa merced que parece."
Decía que la vida larga era prisión luenga, retablo de duelos, soledad de amigos, vergüenza de haber vivido y temor de no vivir.
Preguntó un hombre, que no debía ser muy leído, "si fue Séneca de Córdoba". Respondió: "Pues ¿de dónde había de ser?"
A un caballero altísimo de cuerpo, moreno y desgraciado, que le apodaba, le dijo "que parecía noche de invierno en lo frío, en lo escuro y en lo largo".
Un hombre mentiroso y de grandes defectos era el más feo del mundo; y diciendo muchos mucho mal dél, dijo: "Lo mejor que tiene es la cara."
Llamábase cierta mochacha Esperanza, bonita como un oro; y con ser de once años no más, andaba nuerto por ella un soldado; a quien dijo (preguntándole qué le parecía de su dama), "que era buena para esperanza y mala para posesión".
Ahogose cierto hombre borracho nadando en Guadalquivir, y dijo: "Al fin murió aquel hombre a manos del mayor enemigo que tenía."
Cierto poeta y músico componía ruines letras y dábales buenos tonos, por lo cual dijo "que eran sus coplas delitos bien pregonados."
En cierta conversación dijo un fraile: "¿Cuál es el fraile que no tiene devota?" Respondió:"El que es devoto."
Díjose que una mujer adúltera escapó de su marido por no tener con qué matalla. Respondió: "¿Teniendo cuernos le faltó con qué?"
Preguntado qué cosa era más pesada que el oro, respondió: "No tenello."
(Juan Rufo, Las seiscientas apotegmas y otras obras en verso, Madrid, Espasa-Calpe, 1972; hay nueva edición en Fundación José Manuel Lara.)
domingo, 25 de agosto de 2013
Rafael Chirbes no lleva a la orilla
Cuando en 2007 Rafael Chirbes con su libro Crematorio consiguió el Premio Nacional de la Crítica no puso punto y final a una muy buena producción literaria sino que se postuló como uno de los mejores escritores en castellano del siglo pasado y de éste. Cuando ahora nos ofrece su nueva novela, En la orilla, vuelve a demostrar que su literatura está hecha de poder y maestría. Esteban es un carpintero propietario de una carpintería que ve como la crisis le obliga a cerrar y dejar sin trabajo a todos sus empleados. Su padre invalido en la vejez y con un carácter difícil es uno de los múltiples perdedores de la guerra civil, pérdida que no sólo supuso la destrucción de sus ideales sino también el nacimiento de un rencor que le impide ser feliz. La mayor parte del libro, salvo la pequeña introducción y el epílogo, transcurre el 14 de diciembre de 2010. Durante ese día Esteban pasea, se acerca al pantano, cuida a su padre, toma unas copas en el bar, juega a las cartas con sus amigos y sobre todo piensa, piensa en el porqué de su ruina, pero no la económica sino la personal. Vamos conociendo su vida, su familia, el malogrado negocio y el amor perdido. También a las personas que le rodean: su tío Ramón, ya fallecido, que le inició en todas (y pocas) sus felicidades; Francisco, su amigo de la infancia, adolescencia y madurez, rico y exquisito que se casó con el amor de Esteban; Leonor, ese amor de apenas días; Liliana, colombiana que durante algún tiempo cuidó a su padre antes de la ruina. También toman la palabra los empleados despedidos, privados cada uno de ellos de los sueños que ilusamente se formaron. A pesar de la dureza conque Esteban manifiesta su desilusión, como valora negativamente todo y a todos los que le rodean no podemos dejar de compartir su visión y por lo mismo sentirnos a la vez descorazonados. Es un libro duro, muy duro, que no puede acabar sino de la peor de las maneras. Ya lo dice él "... este desamor tan grande que lo ocupa todo..." En la orilla es un libro imprescindible, no leerlo nos hace más imperfectos mientras que su lectura nos hace saber más del mundo y de nosotros.
(Rafael Chirbes, En la orilla, Barcelona, Anagrama, 2013)
(Rafael Chirbes, En la orilla, Barcelona, Anagrama, 2013)
jueves, 22 de agosto de 2013
Malas Notas 45
Cuando era joven y salía, iba siempre con la seguridad de enamorarse. Años más tarde, ida ya la juventud, cuando salía llevaba prendido el miedo a enamorarse.
Mientras somos jóvenes todo nos puede parecer ridículo, convencional y predecible. Después, lo ridículo se torna dramático; lo convencional, conveniente; y lo predecible, obligado.
En literatura, como en todo, las influencias no son malas; lo imperdonable son las suplantaciones.
Sabemos que las palabras nunca dirán lo que pensamos; pero nos conforta que muchas veces digan lo que hubiéramos querido pensar.
Mi relación con las palabras puede llegar a ser hasta física. Hay palabras que me desagradan y cuando las uso siento un profundo malestar; otras, que surgen oportunas y casi necesarias, me producen sosiego; y, al fin, aquellas que aparecen inesperadas pero certeras me provocan una reacción cercana al placer.
Mientras somos jóvenes todo nos puede parecer ridículo, convencional y predecible. Después, lo ridículo se torna dramático; lo convencional, conveniente; y lo predecible, obligado.
En literatura, como en todo, las influencias no son malas; lo imperdonable son las suplantaciones.
Sabemos que las palabras nunca dirán lo que pensamos; pero nos conforta que muchas veces digan lo que hubiéramos querido pensar.
Mi relación con las palabras puede llegar a ser hasta física. Hay palabras que me desagradan y cuando las uso siento un profundo malestar; otras, que surgen oportunas y casi necesarias, me producen sosiego; y, al fin, aquellas que aparecen inesperadas pero certeras me provocan una reacción cercana al placer.
En la noche
Mathilde Ade (1877-1953) fue una ilustradora húngara que además de dedicarse a los libros infantiles y las caricaturas destacó como diseñadora de ex-libris. En este caso nos presenta una escena onírica. La noche se deja poblar por sus seres propicios. Apenas estrellada, escuálidos jinetes cercan la torre de los sueños, un gato se oculta mientras el perro olfatea confuso la oscuridad, tres gaviotas vuelven a su nido dejando la noche a los murciélagos y a la lechuza que se sabe dueña y señora de los presagios. Las brujas, algunas bellas y desnudas, surcan el firmamento camino del aquelarre al que han sido convocadas. Los demás soñamos el sueño de los justos.
R de anticuario
De nuevo nos encontramos con letras que se forman a partir de cintas, en este caso una doble banda que se cruza, entrelaza y anuda. Sobre el fondo punteado un motivo floral también doble. Aunque de origen decimonónico nos dicen que nuestra capitular está inspirada en manuscritos del siglo X. Henry Shaw (1800-1873) fue un anticuario inglés muy interesado por los alfabetos y números medievales. Gran dibujante y grabador aprovechó sus conocimientos para recrear algunos de estos alfabetos (nuestra R pertenece a uno de ellos). También sabemos que diseñó las letras iniciales de un Nuevo Testamento publicado en 1864. Como suele ser normal la flor representada no es ninguna conocida, aunque las pequeñas hendiduras de sus pétalos y la unión de sus bases sean características comunes.
martes, 20 de agosto de 2013
Qué bien suena Bach al piano
Aunque sabemos que Juan Sebastián Bach compuso para el clave, pocos son los pianistas que se resisten a interpretar sus obras de teclado con un instrumento para el que no fue pensado. Las suites inglesas se suponen fueron las primeras que compuso para el clave allá por el 1715. Las seis suites tienen parecida estructura, un preludio seguido de distintos movimiento de danza. La allemande es una danza con la que solía iniciarse las suites cuando no presentaban preludio, su movimiento es moderado con una melodía sobre un acompañamiento. La que vamos a escuchar es el segundo movimiento de la tercera suite interpretada al piano por Ivo Pogorelich. Es fascinante ver esas manos que nos parecen ajenas a la música que escuchamos, como si no fuera posible que sólo diez dedos crearan tantos sonidos y tan bellos. A veces es mejor cerrar los ojos.
Refranero mexicano en Agustín Yañez
El estudio del refranero incorpora también su presencia en la literatura. No olvidemos que sobre los refranes en El Quijote se han publicado más de un libro y no hay congreso o simposio de literatura en castellano en que no haya ponencia, comunicación o conferencia inaugural sobre el refranero de Sancho. En esta ocasión Herón Pérez Martínez, investigador mexicano, ha recogido de la obra de Agustín Yáñez (1904-1980) Las tierras flacas (1962) varias centenas de refranes mexicanos. Es importante el adjetivo por cuanto Herón Pérez centra su estudio en lo local, buscando lo distintivo, la aportación de su pueblo a la base de la que parte: el refranero castellano. En este sentido Agustín Yáñez, que centra su novela en el campesinado del estado de Jalisco, le ofrece un buen repertorio de expresiones, dichos y refranes poco contaminados por el refranero castellano de origen más libresco. Este mismo autor en 1942 también usó la literatura popular, en este caso canciones infantiles, en su libro Flor de juegos antiguos, donde rememora su infancia a través de los juegos y canciones que a lo largo del año conformaban el tiempo de ocio infantil. Aquí dejo una muestra del habla, y por lo tanto del pensamiento, campesino de México.
A cada uno su gusto lo engorde.
A lo dado hasta los obispos trotan.
Ah, qué bonita trucha para tan cochino charco.
¡Ay, madre, qué pan tan duro y yo que ni dientes tengo!
Caballo que llene las piernas, gallo que llene las manos y mujer que llene los brazos.
Cansado de ver lo bueno, ya lo regular me empacha.
Con tiento, santos varones, que el Cristo está apolillado.
De lo perdido lo que aparezca.
El corazón no envejece, el cuero es el que se arruga.
El que padece de amor, hasta con las piedras habla.
Es la ley de Caifás: al fregado, fregarlo más.
Lo que se da sin fineza se acepta sin gratitud.
¿Qué ha de dar san Sebastián cuando ni calzones tiene?
(Herón Pérez Martínez, El corpus del refranero ranchero de Las tierras flacas de Agustín Yáñez, Revista Paremia, nº 14, Madrid, Asociación Cultural Independiente, 2005)
A cada uno su gusto lo engorde.
A lo dado hasta los obispos trotan.
Ah, qué bonita trucha para tan cochino charco.
¡Ay, madre, qué pan tan duro y yo que ni dientes tengo!
Caballo que llene las piernas, gallo que llene las manos y mujer que llene los brazos.
Cansado de ver lo bueno, ya lo regular me empacha.
Con tiento, santos varones, que el Cristo está apolillado.
De lo perdido lo que aparezca.
El corazón no envejece, el cuero es el que se arruga.
El que padece de amor, hasta con las piedras habla.
Es la ley de Caifás: al fregado, fregarlo más.
Lo que se da sin fineza se acepta sin gratitud.
¿Qué ha de dar san Sebastián cuando ni calzones tiene?
(Herón Pérez Martínez, El corpus del refranero ranchero de Las tierras flacas de Agustín Yáñez, Revista Paremia, nº 14, Madrid, Asociación Cultural Independiente, 2005)
lunes, 19 de agosto de 2013
Erasmo y la sabiduría antigua
Hará algún tiempo seleccionamos para esta sección algunos apotegmas de Plutarco que podían estar sacados de las ocurrencias de reyes y generales. En esta ocasión el recolector no es otro que el gran Erasmo de Rotterdam y sus apotegmas aparecen entresacados de la filosofía clásica. Decíamos que aunque estos textos no son propiamente aforismos sí están muy relacionados con ellos. Son breves, sentenciosos y en muchos casos ocurrentes. También participan de la necesidad de reflexionar sobre el mundo y sus avatares, proponiendo una conducta o, por lo menos, una explicación. Erasmo (1467-1536) era un humanista que desde su catolicismo se interesó igualmente por la teología que por la cultura clásica o la educación de los reyes. Unido a la realeza española, dedicó alguno de sus libros a Carlos V quien llegó a nombrarle consejero real honorífico. Sus disputas con la iglesia acabó con casi toda su obra en el índice de libros prohibidos. El origen de sus apotegmas está en su incansable labor de traductor y editor de autores clásicos. Estos son algunos ejemplos. En primer término aparece el nombre del filósofo al que se atribuye la frase.
SOCRATES: Tenía una vez Sócrates ciertos convidados y huéspedes y le dijo un amigo suyo que había hecho poco aparato para recibirlos, dijo entonces Sócrates: Si ellos son buenos basta, y si malos sobra.
Pasando una vez Sócrates por la plaza y viendo la gran abundancia de mecaderías que allí se vendían, dijo entre sí: Oh valemediós de cuántas cosas yo no tengo necesidad.
Se le dijo a Sócrates que una persona hablaba mal de él. Él respondió: No me maravillo porque nunca aprendió a bien hablar.
ARISTIPO: Una ramera dijo a Aristipo que estaba preñada de él. Éste respondió: Esto no se puede más saber que si uno anduviese entre unas espinas muy espesas y dijese: Esta espina me picó.
DIÓGENES: Preguntándole uno a qué hora había de comer cada uno, respondió: Si es rico cuando quisiere, si es pobre cuando pudiere.
Un hombre llevaba por la calle una viga y no mirando dio un golpe a Diógenes, y después dijo: Guarda. Diógenes volvió la cara y respondió: ¿Por ventura me quieres herir otra vez?
Entrando una vez en un baño sucio, dijo: Los que aquí se lavan, ¿dónde se lavan?
Otra vez vio a un muchacho hijo de una mala mujer que estaba tirando piedras hacia la gente, y le dijo: Guarda no descalabres a tu padre.
SOLÓN SALAMINO: A este filósofo se le atribuye aquel dicho tan notable y señalado. Es, a saber, que las leyes son semejantes a las telas de las arañas, las cuales prenden y enlazan a los pequeñitos mosquitos, y si algún animal grande pasa por ellas, las quiebra y rompe.
ANTÍSTENES: Díjole una vez uno: Muchos te loan. Le respondió: Pues yo no sé qué mal he hecho.
DEMETRIO FALERIO: Decía que los verdaderos amigos en la prosperidad habían de venir cuando los llamasen, y en la adversidad aunque no fuesen llamados.
ZENÓN: Siendo preguntado qué cosa era amigo, respondió: Otro yo.
HERÁCLITO: Siendo preguntado por qué causa callaba tanto, respondió: Para que vosotros habléis.
PLATÓN: Reprendía una vez Platón a un mancebo porque jugaba a los dados, el cual dijo: ¿Por una cosa tan pequeña me castigas? Respondió Platón: No es poco tomar mala costumbre.
ARISTÓTELES: Siendo preguntado Aristóteles qué ganaban los mentirosos, respondió: Que no les crean cuando dicen la verdad.
(Erasmo de Rotterdam, Apotegmas de sabiduría antigua, edición Miguel Morey, Barcelona, Edhasa, 1998)
SOCRATES: Tenía una vez Sócrates ciertos convidados y huéspedes y le dijo un amigo suyo que había hecho poco aparato para recibirlos, dijo entonces Sócrates: Si ellos son buenos basta, y si malos sobra.
Pasando una vez Sócrates por la plaza y viendo la gran abundancia de mecaderías que allí se vendían, dijo entre sí: Oh valemediós de cuántas cosas yo no tengo necesidad.
Se le dijo a Sócrates que una persona hablaba mal de él. Él respondió: No me maravillo porque nunca aprendió a bien hablar.
ARISTIPO: Una ramera dijo a Aristipo que estaba preñada de él. Éste respondió: Esto no se puede más saber que si uno anduviese entre unas espinas muy espesas y dijese: Esta espina me picó.
DIÓGENES: Preguntándole uno a qué hora había de comer cada uno, respondió: Si es rico cuando quisiere, si es pobre cuando pudiere.
Un hombre llevaba por la calle una viga y no mirando dio un golpe a Diógenes, y después dijo: Guarda. Diógenes volvió la cara y respondió: ¿Por ventura me quieres herir otra vez?
Entrando una vez en un baño sucio, dijo: Los que aquí se lavan, ¿dónde se lavan?
Otra vez vio a un muchacho hijo de una mala mujer que estaba tirando piedras hacia la gente, y le dijo: Guarda no descalabres a tu padre.
SOLÓN SALAMINO: A este filósofo se le atribuye aquel dicho tan notable y señalado. Es, a saber, que las leyes son semejantes a las telas de las arañas, las cuales prenden y enlazan a los pequeñitos mosquitos, y si algún animal grande pasa por ellas, las quiebra y rompe.
ANTÍSTENES: Díjole una vez uno: Muchos te loan. Le respondió: Pues yo no sé qué mal he hecho.
DEMETRIO FALERIO: Decía que los verdaderos amigos en la prosperidad habían de venir cuando los llamasen, y en la adversidad aunque no fuesen llamados.
ZENÓN: Siendo preguntado qué cosa era amigo, respondió: Otro yo.
HERÁCLITO: Siendo preguntado por qué causa callaba tanto, respondió: Para que vosotros habléis.
PLATÓN: Reprendía una vez Platón a un mancebo porque jugaba a los dados, el cual dijo: ¿Por una cosa tan pequeña me castigas? Respondió Platón: No es poco tomar mala costumbre.
ARISTÓTELES: Siendo preguntado Aristóteles qué ganaban los mentirosos, respondió: Que no les crean cuando dicen la verdad.
(Erasmo de Rotterdam, Apotegmas de sabiduría antigua, edición Miguel Morey, Barcelona, Edhasa, 1998)
jueves, 15 de agosto de 2013
Que la muerte no diga la última palabra.
No hay muchos libros sobre maestros, aunque sí sobre nuestra Guerra Civil. Jaume Cabré, del que ya recomendamos su último libro Yo confieso, escribió en 2004 una bellísima y triste historia sobre el maestro de un pequeño pueblo leridense durante la posguerra. Será otra maestra, sesenta años más tarde, quien, gracias a unos cuadernos que aparecen tras la pizarra de la escuela que van a derribar, descubra la verdad de lo que pasó en aquel pueblo perdido. Las voces del Pamano no es sólo una historia del dolor que se vivió en los núcleos de población más pequeños, es también una llamada de atención sobre las verdades y las mentiras que se produjeron y se siguen produciendo. Nuestro protagonista, como todos los héroes, es un ser normal, asustadizo y temeroso que se deja llevar, escuchando lo que le interesa y viendo sólo lo que le presentan. Sin embargo, también como los héroes, sin motivo ni intensión se ve arrastrado contra su voluntad a acciones arriesgadas, y las asume como obligaciones del destino. Cabré nos va presentando al protagonista conforme la vida le golpea, los sueños se le rompen y el amor todo lo enreda. Paralelamente, y ya en nuestros días, la maestra, segunda protagonista, también tiene que enfrentarse a la vida, que no es sino engaño, desilusión y dolor, pero será superior su empeño por alcanzar y mostrar la verdad sobre alguien que ya murió y sobre el que nadie quiere indagar. Junto a ellos múltiples personajes inolvidables, el alcalde falangista, la señora del pueblo, la esposa, el hijo desconocido, el abogado, el chófer, monseñor, el maquis, los represaliados, el marmolista y su hijo, todos cumpliendo su función que no es otra que contribuir al enriquecimiento de una historia imprescindible. Serrallac, el hijo del marmolista que grabó la lápida del maestro, le pregunta a Tina, la maestra actual, por su empeño en que se conozca la verdad al cabo de tanto tiempo, y ella le responde: "No sé. A lo mejor para que no sea la muerte quien diga la última palabra".
(Jaume Cabré, Las voces del Pamano, traducción Concha Cardeñoso, Barcelona, Destino, 2012)
(Jaume Cabré, Las voces del Pamano, traducción Concha Cardeñoso, Barcelona, Destino, 2012)
Un ex-libris para su esposa
R. Sarrin (1869-1939) fue un artista letón que se interesó y se aplicó en todas las facetas de las artes gráficas. De su mano podía surgir un cartel o un grabado, la ilustración de una historia o una caricatura, una acuarela o un ex-libris. A él se deben tanto el escudo de armas de Letonia como el diseño de monedas, billetes y sellos (fue el autor de los primeros sellos soviéticos). Casado con la cantante sueca Eva Sundblatei le regaló en 1897 el ex-libris de la ilustración. Tres elementos sobresalen del intrincado fondo de ramas, hojas y aves; en la parte superior una franja donde nombra el ex-libris acotado por dos grandes hojas, un pequeño marco con el nombre de su esposa cerca de la base y, entre ellos, un medallón con el motivo central. Una sirena recién salida del lago y sentada sobre una roca toca las cuerdas del arpa, mientras, un pájaro canta desde la rama de un abedul. Un tronco desnudo se le acerca como si buscara su abrazo. Parece ser que fue el primer ex-libris que diseñó, y podemos decir que con acierto.
Una sutil "r"
Esta R (minúscula) formada por una cinta que se curva y pliega, se duplica y sombrea, enarbola como signo de victoria una rama que no reconocemos. ¿Sobre qué otra letra ha triunfado? ¿Qué carácter se ha visto humillado? ¿Es suficiente para ser considerada a partir de ahora una letra mayúscula? Esto sólo lo sabe Juan de Yciar, su diseñador, pero parece ser que murió allá por el 1572 y creemos que nunca nos podrá sacar de dudas. Se publicó en Zaragoza dentro de El sutil arte de la escritura manual.
domingo, 11 de agosto de 2013
Malas Notas 44
Hay personas que bajo la apariencia de poseer un espíritu crítico se esconden seres quejosos y enemistados con la vida.
El enamoramiento se teje con mensajes ocultos; aquellos que mandamos sin tener la certeza del destino y aquellos que buscamos sin la seguridad de que se hayan emitido.
Cuando entro en una iglesia, ya sea una catedral o una ermita, nunca pienso en el poder de Dios sino en la habilidad de los hombres.
Los judíos no dejan de recordarnos que cualquier comparación con el holocausto no es sino una banalización de la historia. Lo que no nos dicen es en qué libro o versículo su Dios determinó el número de muertos necesarios para que la banalidad se convierta en masacre.
El enamoramiento se teje con mensajes ocultos; aquellos que mandamos sin tener la certeza del destino y aquellos que buscamos sin la seguridad de que se hayan emitido.
Cuando entro en una iglesia, ya sea una catedral o una ermita, nunca pienso en el poder de Dios sino en la habilidad de los hombres.
Los judíos no dejan de recordarnos que cualquier comparación con el holocausto no es sino una banalización de la historia. Lo que no nos dicen es en qué libro o versículo su Dios determinó el número de muertos necesarios para que la banalidad se convierta en masacre.
La salud en los refranes
Junto al amor, la salud debe ser uno de los temas preferidos por la literatura popular y, por lo tanto, del refranero. Gozar de salud ha sido un anhelo en todos los lugares y épocas, máxime en momentos en los que se desconocían muchas de las razones para enfermar y los fármacos que las remediaban. Pero junto a la preocupación por la salud también estaba el miedo ante el médico inexperto o, simplemente, falso. Moneda corriente era la expresión Dios te la depare buena en referencia a la receta expedida por el galeno de turno (en los siglos de oro se contaba una historia que explicaba la frase). José María de Jaime Lorén en la lección magistral de la apertura del curso 2003-2004 de la Universidad Cardenal Herrera de Valencia desarrolló la visión que la literatura popular tiene de la enseñanza y de las ciencias de la salud. La exposición se completa con cerca de mil refranes sobre las profesiones sanitarias: médico, farmacéutico y veterinario. De éstos seleccionamos los siguientes, esperando, si no la reparación de cualquier molestia que les aqueje, al menos el bienestar de ser partícipes de antiguas recomendaciones.
Los mejores médicos y enfermeros, paciencia y dineros.
Según dijo Galeno, lo que para unos es malo, para otros es bueno.
Si el médico cura, el sol es testigo; y si mata, la tierra lo cubre.
De médico que trasnocha y de cura que va al café, liberanos domine.
Médico nuevo, en dos años le echa una solería al cementerio.
Amigos son el médico y el cura, porque el uno entierra lo que el otro no cura.
El doctor Vara, ni obra buena ni palabra mala.
El hijo del doctor Galeno, al que no estaba malo lo ponía bueno.
El médico que mexor cura, muerto el enfermo lo dexa sin calentura.
Sangrarle y purgarle, si se muriese enterrarle.
A letra de médico, ojo de boticario.
Consulta de calle, ni cura ni vale.
Cuando a un enfermo dos médicos van, toca a muerto el sacristán.
La definizión de la ziruxía, sacar de tu bolsa y echar en la mía.
(José María de Jaime Lorén, La Enseñanza y las Ciencias de la Salud en la literatura popular, Valencia, Universidad Cardenal Herrera, 2003)
Los mejores médicos y enfermeros, paciencia y dineros.
Según dijo Galeno, lo que para unos es malo, para otros es bueno.
Si el médico cura, el sol es testigo; y si mata, la tierra lo cubre.
De médico que trasnocha y de cura que va al café, liberanos domine.
Médico nuevo, en dos años le echa una solería al cementerio.
Amigos son el médico y el cura, porque el uno entierra lo que el otro no cura.
El doctor Vara, ni obra buena ni palabra mala.
El hijo del doctor Galeno, al que no estaba malo lo ponía bueno.
El médico que mexor cura, muerto el enfermo lo dexa sin calentura.
Sangrarle y purgarle, si se muriese enterrarle.
A letra de médico, ojo de boticario.
Consulta de calle, ni cura ni vale.
Cuando a un enfermo dos médicos van, toca a muerto el sacristán.
La definizión de la ziruxía, sacar de tu bolsa y echar en la mía.
(José María de Jaime Lorén, La Enseñanza y las Ciencias de la Salud en la literatura popular, Valencia, Universidad Cardenal Herrera, 2003)
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