"Quien se viste de verde en su belleza confía" dice el proverbio y en nuestro caso la R no sólo confía sino que sale victoriosa. Ramificada en sus extremos y con las hojas de hiedra ya maduras nuestra invitada se destaca sobre un fondo verde que no es de la naturaleza. Más parece un pañuelo de seda destinado a descansar sobre los hombros de una dama que también confía en su belleza. Y pudiera ser si no fuera porque en verdad procede de un paño bordado en la iglesia de Santa María de Soest de Westphalia. Junto a las otras veintidós letras que le acompañan, aunque no las veamos, fueron bordadas allá por el siglo XIV. ¡Qué estupendos artesanos!
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