Los muertos se descalzan al darse cuenta que no tienen donde ir.
Si fuera poeta, me gustaría ser alemán y vivir al comienzo del siglo XIX sólo para que Schubert pusiera música a alguno de mis versos.
Iba por la calle mirando a la cara deseando descubrir la belleza, pero, como en la Caverna, sólo veía su reflejo. Años más tarde seguía fijándose en los rostros anónimos, horrorizado ante la posibilidad de llegar a encontrarla.
Y pasó sobre mí como una tormenta sobre un campo de trigo.
Estoy tan cansado a veces, que cierro los ojos y siento que me muero.
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