domingo, 3 de febrero de 2013

Pero todavía quedan franceses?

Luc de Clapiers (1715-1747), marqués de Vauvenargues es, aunque menos conocido, otro moralista francés. Murió con tan sólo 32 años tras intentar sin éxito la carrera militar y la diplomática. Después de estos fracasos, este hijo de la baja nobleza, se dedicó al estudio y a las letras, dejándonos por escrito sus reflexiones y pensamientos. Posiblemente sea el moralista más moralista de todos, parece que en su pensamiento y estilo no tenían cabida ni el humor ni la brillantez en la prosa. Sus temas poco tienen que ver con la literatura, el arte o el amor; serán la razón, el espíritu, la virtud, los vicios, la justicia o la pasión los campos sobre los que nos aconsejará. Pero siempre desde la abstracción y una visión demasiado general del los problemas. A pesar de que la claridad es su principio la lectura de sus máximas no es siempre todo lo fluida que debiera, es posible que algo de culpa tenga la traducción de Manuel Machado que data de 1914. Creo que la falta de gracia y el estilo tan trascendente hace que sus reflexiones se hayan quedado algo anticuadas. Aquí os dejo una muestra de sus Reflexiones y máximas.

La claridad adorna los pensamientos profundos.

La obscuridad es el reino del error.

La prosperidad crea pocos amigos.

Las tempestades de la juventud están rodeadas de días brillantes.

Es difícil estimar a algunos como quieren ser estimados.

Los hombres tienen grandes pretensiones y pequeños proyectos.

Descubrimos en nosotros lo que los demás ocultan, y reconocemos en ellos lo que nosotros mismos ocultamos.

Para ejecutar grandes cosas, es preciso vivir como si no se debiera morir jamás.

Los consejos de la vejez alumbran sin calentar, como el sol de invierno.

La clemencia vale más que la justicia.

La paciencia es el arte de esperar.

El comercio es la escuela del engaño.


(Vauvenargues, Reflexiones y máximas, traducción de Manuel Machado, Renacimiento, 2011)

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