Me parece que ya lo he comentado con anterioridad: la lectura de nuevos refraneros provoca una doble sensación, por un lado el reconocer la actualidad de refranes de los que conocemos su antigüedad; por otro, el nacimiento de nuevos refranes con los que degustamos la vigencia del refrán como medio de comunicación; en medio, nos sorprendemos con las formas modernas que adoptan expresiones centenarias. El Refranero popular de María José Llorens es una prueba de lo dicho. Muchos son los refranes que leemos casi sin prestarles atención, unos por conocidos y otros porque no reconocemos en ellos el estilo tan característico. Aun así de vez en cuando nos alegramos de fórmulas desconocidas pero reconocibles. Es la belleza de lo popular, siempre nuevo y siempre viejo, asombroso y rutinario, trágico y cómico. Aquí queda una muestra.
Abadejo y amor de viejo, todo es abadejo.
Afana, suegro, para que te herede; manto de luto y corazón alegre.
Ahora que tengo potro, pongo la vista en otro.
Alma triste, ¿suspiraste o te peíste?
A mal Cristo, mucha sangre.
Buena es la regla, si la regla es buena.
Casada te veo; otro mal no te deseo.
-¿Cómo te va? -Horas bien y horas mal.
Decimos mal de otros y ellos dicen de nosotros.
Fraile junto a doncella, ojo con él y ojo con ella.
Gente de sotana nunca pierde y siempre gana.
Gracia que pedí, vela que encendí; gracia que logré, vela que apagué.
Imposible es que nazca el perejil en el ascua.
( María José Llorens, Refranero popular, De Juan SL, Hospitalet de Llobregat, 1989)
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