Lloramos las enfermedades ajenas porque no somos capaces de sentir su dolor.
Sólo a la muerte del padre el hijo es capaz de entablar una relación de amistad.
Cuando muera miles de cosas que he aprendido se perderán; alabado sea el destino que impedirá perpetuarme, que preservará a mis herederos de las estupideces que habría de legarles.
¡Cuánto se agradece encontrarse con autores que tratan con cariño a sus personajes!
El Jarama es un libro que nadie habría pensado escribir, pero que a todos hubiera gustado firmar.
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