viernes, 27 de septiembre de 2013

Maravilloso Banville

En 2006 John Banville, bajo el seudónimo de Benjamin Black, dice de uno de los personajes de El secreto de Christine: "Nunca había estado con una mujer tan mayor como ella. Había algo excitantemente vergonzoso en ello; había sido como acostarse con la madre de su mejor amigo, en caso de haber tenido él alguna vez un amigo de verdad." Pues bien, seis años más tarde el tema de su última novela, Antigua luz, es precisamente la historia del amor, o como quiera llamarse, entre un adolescente y la madre de su mejor amigo. Alexander Clave recuerda mientras prepara el rodaje de su primera película, él sólo ha interpretado teatro, el primer amor, decenas de años antes, con la señora Gray. Los recuerdos, como casi siempre, son a veces vagos y a veces demasiado perfectos. El tiempo y las estaciones se les trastoca, así recuerda vientos, humedades, lluvias, bochornos o la caída de las hojas con una precisión que reconoce como falsa pero que está unida o soldada necesariamente a su historia. La evocación de aquellos pocos días de amor y su intensidad se nos presenta con todo detalle y adolescente dramatismo. Si no fuera por pequeños detalles atmosféricos no pondríamos en duda sus aventuras, en todo caso asumiríamos el efecto del tiempo como factor que da sentido y unidad al pasado. Pero a veces llega a saberse la verdad y entonces una parte de nosotros se siente engañada y confundida, no por lo que nos revela sino por lo que nos quita. Paralelamente a la evocación de la iniciación al amor asistimos al rodaje de la película y su relación con la actriz principal, a la vida con su mujer y las consecuencias de la muerte de su hija diez años antes. En ninguno de estos relatos nos defrauda Banville, al contrario, seguimos unos y otros con el mismo interés y la misma pasión. La novela va creciendo poco a poco, acercándonos a un final sorprendente y entrañable. Un colofón que hace años no he sentido en una novela. Digamos que no es recomendable sino necesaria su lectura, uno no debe perderse una de las novelas más notables del presente siglo.


(John Banville, Antigua luz, Madrid, Alfaguara, 2012)

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