Aquello que me importa: la paternidad, las palabras y la muerte; a veces, el amor; nunca, la envidia, la ambición o la gloria.
Durante el cortejo: halago y atención; para la conquista: halago y atrevimiento.
Paradoja: ¿Por qué lo que hemos logrado admitir y, hasta cierto punto, aprobar en nuestros comportamientos, lo consideramos reprobable cuando lo reconocemos en nuestros hijos?
La avaricia ha pasado de ser un pecado a convertirse en una enfermedad cuyas dolencias no afectan al enfermo sino a los infelices subalternos.
La psicología es la ciencia de lo obvio, del sentido común; por lo tanto, una ciencia de andar por casa.
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