Tanto poetas como pensadores necesitan de las imágenes para comunicarse con sus lectores, por ello no es extraño encontrar a los primeros debatiéndose entre el verso y la reflexión, mientras que los segundos nos sorprenden con imágenes que creíamos reservadas para el género poético.
El genio (¿o tendría que escribir jenio?) de Juan Ramón no tiene límites como podemos comprobar en este ramillete que entresaco de los 656 aforismos que escribió entre 1897 y 1954.
Lo entrevisto se ve mejor y dura más que lo visto.
Donde quiera que la jente se esté riendo, tened la seguridad de que allí hay algo que llorar.
Tengo un miedo tan grande a amar, que me complazco en buscar en toda mujer bella algún defecto, material o moral, que me la haga desdeñable.
Creo en la inspiración, pero me fío poco de ella.
A veces me hago el malo para que ellos no tengan tanto remordimiento.
Las canciones de los niños, aun cuando no las hayamos nunca oído, siempre nos parecen familiares, como si su letra y su ritmo nos vinieran de una niñez eterna, inconciente y sin sentido...
Actual; es decir, clásico; es decir, eterno.
"Dime con quien..." Ando solo. Dime quién soy.
Diera la mitad de mi obra por no haber escrito la otra mitad.
Aristocrático y popular nunca son términos contrarios y muchas veces son sinónimos.
(Juan Ramón Jiménez, Aforismos, La Veleta)
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