sábado, 15 de diciembre de 2012

Otro poeta aforista

Nos volvemos a encontrar con un poeta que entre su producción literaria opta en algún momento por el estilo aforístico. El poeta norteamericano Wallace Stevens (1879-1955) siguiendo, o prediciendo, lo que también otros poetas mostrarían en sus aforismos, nos regala una colección donde reflexiona sobre el hecho poético. La poesía nos la muestra no sólo como una manifestación del espíritu, sino como una religión, la única, que da sentido a la vida. Es a través de la poesía como conocemos la realidad, como entendemos la naturaleza; son las palabras quienes manifiestan y crean lo más valioso de la vida. Los poemas renuevan la visión de los objetos y prestigian al mundo. Muchos de sus aforismos, debido a estas creencias casi esotéricas, parecen claves secretas de sociedades ocultas. No sabemos qué pretende comunicarnos, nos sentimos pobres individuos huérfanos de su conocimiento y casi repudiados por nuestra ignorancia. En este sentido se aparta de la gran tradición aforística donde lo importante era el deslumbrar, el sorprender, la aprehensión inmediata de la frase, aunque tuviera segundas y terceras lecturas. Aun así aquí dejamos algunos de sus aforismos.

A la larga, la verdad no importa.

El poeta teje vestidos de seda con gusanos.

El arte implica muchísimo más que el sentido de la belleza.

Lo que cuenta es la creencia, no el dios.

Un viaje por el espacio es lo mismo que un viaje por el tiempo.

Un futuro nuevo sale a cuenta.

El sentimentalismo es un fracaso del sentimiento.

A medida que la razón destruye, el poeta debe crear.

No hay diferencia entre dios y su templo.

La guerra es el fracaso periódico de la política.

Uno no escribe para ningún lector excepto para sí mismo.

No todos los días el mundo se ordena en un poema.


(Wallace Stevens, Aforismos completos, trad. Daniel Aguirre, Lumen, 2011)

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