domingo, 8 de julio de 2012

Wislawa Szymborska

La poesía es un género literario que llevo años sin transitar regularmente. La lectura de poetas, reconocidos poetas, de los que se destaca su mundo interior, su particular visión, su incomparable poética, ha hecho que, al no participar en nada de su poesía, al parecerme extraña, ajena y a veces incomprensible, me aleje del género. Por momentos he llegado a pensar que su mundo es tan interior que podían ahorrarse ofrecérnoslo, que tras el depurado ritmo y el perfecto verso sólo ellos saben lo que están diciendo. Ellos y sus exegetas que nos hablan de misticismo, de concepción universal, de vuelta a los orígenes, de riesgos y aciertos; en fin, que son tan buenos como fríos.
Pues bien, he encontrado de nuevo el placer por la poesía y ha sido de la mano de la escritora polaca Wislawa Szymborska, premio Nobel en 1996. En ella sí reconozco una poética especial, un universo propio, unos lugares transitables. Su poesía te sorprende en la sencillez, en la hondura, en la capacidad de tocar temas cotidianos que transcienden, se elevan y estallan en múltiples registros. La naturaleza, las plantas y animales, un cuadro, las estadísticas, el divorcio, el tiempo, el instante, la guerra, la memoria, un atentado terrorista, todo tiene cabida en su obra y a través de todo nos da una visión desesperanzada del mundo y a la vez tranquilizadora. El mundo es como es y nosotros somos mundo. Es sorprendente el juego que hace con las palabras, escoge las mismas que usamos nosotros a diario pero las dispones, las asocia del tal manera que no deja de asombrarnos; leemos sus poemas con expectación, siempre a la espera de que las palabras, nuestras palabras, giren y nos ofrezcan una nueva forma.
Me permito transcribir dos poemas de sus últimos libros.


LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.


VERMEER

Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.






(Wislawa Szymborska, Instante, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, Ediciones Igitur, 2004; Aquí, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, Bartleby Editores, 2009)

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