Pues bien, he encontrado de nuevo el placer por la poesía y ha sido de la mano de la escritora polaca Wislawa Szymborska, premio Nobel en 1996. En ella sí reconozco una poética especial, un universo propio, unos lugares transitables. Su poesía te sorprende en la sencillez, en la hondura, en la capacidad de tocar temas cotidianos que transcienden, se elevan y estallan en múltiples registros. La naturaleza, las plantas y animales, un cuadro, las estadísticas, el divorcio, el tiempo, el instante, la guerra, la memoria, un atentado terrorista, todo tiene cabida en su obra y a través de todo nos da una visión desesperanzada del mundo y a la vez tranquilizadora. El mundo es como es y nosotros somos mundo. Es sorprendente el juego que hace con las palabras, escoge las mismas que usamos nosotros a diario pero las dispones, las asocia del tal manera que no deja de asombrarnos; leemos sus poemas con expectación, siempre a la espera de que las palabras, nuestras palabras, giren y nos ofrezcan una nueva forma.
Me permito transcribir dos poemas de sus últimos libros.
LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS
Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.
VERMEER
Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.
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