No hay duda que Schubert es uno de los grandes. A pesar de su muerte temprana (31 años) pocos compositores han tenido tantos registros y todos buenos. Los cientos de lieders, las sinfonías, los cuartetos de cuerda, la música religiosa, obras para piano, música para teatro, música de cámara y, como no, las sonatas para piano dan una idea de su fecundidad. Su música va del clasicismo al romanticismo llegando a fundir en la misma pieza ambos movimientos. El movimiento que propongo hoy, el tercero de la sonata para piano opus 120, es un ejemplo de lo dicho, a momentos de perfecta factura se suceden arrebatos líricos, la calma prologa y sigue a la tempestad, en un mismo cuerpo viven la infancia y la adolescencia, los sueños y las pesadillas.
El interprete es el pianista alemán Wilhelm Kempff (1895-1991) que entre 1965 y 1970 grabó todas las sonatas para piano de Schubert y que ahora están editadas por el sello Deutsche Grammophon.
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