martes, 10 de julio de 2012

Malas Notas 27

Uno de los muchos impedimentos de la muerte es tener que interrumpir la conversación que mantenemos con nosotros mismos y que resulta, si no placentera, al menos entretenida.

Lo mejor de los clásicos, y eso es algo que nos hace felices, es que siempre hay alguno que no hemos leído, o no suficientemente, y tenemos, por tanto, aplazado y seguro el placer de unas horas, el recuerdo feliz de los años futuros.

¡Qué importan veinte años si tenemos su número de teléfono!

Y volverán mis desvelos cuando caiga el azahar.

¿Qué sería de la naturaleza sin un viento que la anime?

Sonata para piano de Schubert

No hay duda que Schubert es uno de los grandes. A pesar de su muerte temprana (31 años) pocos compositores han tenido tantos registros y todos buenos. Los cientos de lieders, las sinfonías, los cuartetos de cuerda, la música religiosa, obras para piano, música para teatro, música de cámara y, como no, las sonatas para piano dan una idea de su fecundidad. Su música va del clasicismo al romanticismo llegando a fundir en la misma pieza ambos movimientos. El movimiento que propongo hoy, el tercero de la sonata para piano opus 120, es un ejemplo de lo dicho, a momentos de perfecta factura se suceden arrebatos líricos, la calma prologa y sigue a la tempestad, en un mismo cuerpo viven la infancia y la adolescencia, los sueños y las pesadillas.
El interprete es el pianista alemán Wilhelm Kempff (1895-1991) que entre 1965 y 1970 grabó todas las sonatas para piano de Schubert y que ahora están editadas por el sello Deutsche Grammophon.


domingo, 8 de julio de 2012

Wislawa Szymborska

La poesía es un género literario que llevo años sin transitar regularmente. La lectura de poetas, reconocidos poetas, de los que se destaca su mundo interior, su particular visión, su incomparable poética, ha hecho que, al no participar en nada de su poesía, al parecerme extraña, ajena y a veces incomprensible, me aleje del género. Por momentos he llegado a pensar que su mundo es tan interior que podían ahorrarse ofrecérnoslo, que tras el depurado ritmo y el perfecto verso sólo ellos saben lo que están diciendo. Ellos y sus exegetas que nos hablan de misticismo, de concepción universal, de vuelta a los orígenes, de riesgos y aciertos; en fin, que son tan buenos como fríos.
Pues bien, he encontrado de nuevo el placer por la poesía y ha sido de la mano de la escritora polaca Wislawa Szymborska, premio Nobel en 1996. En ella sí reconozco una poética especial, un universo propio, unos lugares transitables. Su poesía te sorprende en la sencillez, en la hondura, en la capacidad de tocar temas cotidianos que transcienden, se elevan y estallan en múltiples registros. La naturaleza, las plantas y animales, un cuadro, las estadísticas, el divorcio, el tiempo, el instante, la guerra, la memoria, un atentado terrorista, todo tiene cabida en su obra y a través de todo nos da una visión desesperanzada del mundo y a la vez tranquilizadora. El mundo es como es y nosotros somos mundo. Es sorprendente el juego que hace con las palabras, escoge las mismas que usamos nosotros a diario pero las dispones, las asocia del tal manera que no deja de asombrarnos; leemos sus poemas con expectación, siempre a la espera de que las palabras, nuestras palabras, giren y nos ofrezcan una nueva forma.
Me permito transcribir dos poemas de sus últimos libros.


LAS TRES PALABRAS MÁS EXTRAÑAS

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.


VERMEER

Mientras esa mujer del Rijksmuseum
con esa calma y concentración pintadas
siga vertiendo día tras día
leche de la jarra al cuenco
no merecerá el Mundo
el fin del mundo.






(Wislawa Szymborska, Instante, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, Ediciones Igitur, 2004; Aquí, traducción de Gerardo Beltrán y Abel A. Murcia Soriano, Bartleby Editores, 2009)

El gran diccionario de Sbarbi

El nombre de José María Sbarbi  (1834-1910) estará unido para siempre a los estudios sobre el refranero español. Es sin duda el estudioso que más ha llegado a saber sobre refranes, el que más ha buceado en las bibliotecas españolas en su busca y el que más ha publicado para nuestro disfrute. Sin embargo su obra más querida no vio la luz mientras estaba con vida. Recopiló materiales para lo que sería el gran refranero español donde no se limitaba a transcribir los refranes sino que todos llevaban su glosa y establecía las relaciones entre ellos. A su muerte fue su sobrino quienes agrupó los materiales siguiendo el orden alfabético de las palabras clave con lo que acabó convirtiéndose en el Gran diccionario de refranes de la lengua española. No sabremos nunca qué le parecería al tío el trabajo de su sobrino, pero lo que sí sabemos es que a los amantes de la paremiología este Diccionario es una obra imprescindible e inagotable. 
Hemos entresacado de entre los miles de refranes estos catorce que se refieren a Dios, tema tan querido para nuestro autor que se ordenó sacerdote en 1857.


Al que Dios quiere para rico, hasta la mujer le pare hijos de otro.

Cuando Dios da para Vicente, da para el vecino de enfrente.

Cuando Dios quiere, con todos los aires llueve.

Da Dios almendras a quien no tiene muelas.

Da Dios mocos a quien no tiene pañuelos.

Da Dios pañuelo a quien no tiene narices.

De menos hizo Dios a Cañete, que de verdugo lo hizo corchete.

Dios es omnipotente, y el dinero su teniente.

Dios me ponga donde lo haya, que yo lo sabré alcanzar.

¡Dios mío, santos, mas no tantos!

¡Dios mío! - Y de los otros tío.

Dios te dé salud y gozo, con casa, corral y pozo.

No hay más amigo que Dios y un duro en la faltriquera.

¡Plegue a Dios, Matea, que este hijo nuestro sea!


(José Mª Sbarbi, Gran diccionario de refranes de la lengua española, Joaquín Gil, Buenos Aires, 1943)



sábado, 7 de julio de 2012

Aforismos de Fernando Pessoa

Este año ha publicado Losé Luis García Martín una selección de aforismos de Fernando Pessoa. Nos dice en el prologo que el portugués no publicó en vida ningún libro de aforismos y que lo que nos ofrece es una selección de textos entresacados de su prosa y su poesía. Se puede entender, por lo tanto, que gran parte de los textos no fueron escritos como unidades independientes. Esto es lo que en una primera lectura se intuye, en muchos casos parece que es el seleccionador el que rebusca aforismos y es su intención la que da carácter al texto. En otros muchos se adivina el estilo aforístico y reconocemos al Pessoa escritor, lo imaginamos dando vueltas a un pensamiento y despojándole de palabras, rebuscando formas paradójicas y sorprendiéndonos con imágenes impactantes.
Aquí va una selección de la selección.


El crepúsculo es un fenómeno intelectual.

No el amor, sino los alrededores del amor, es lo que vale la pena.

La poesía es la emoción expresada rítmicamente a través del pensamiento, como la música es esa misma expresión, pero directa, sin el intermedio de la idea.

Sólo un realista puede encontrar la realidad, sólo un romántico la puede crear.

La literatura, como todo el arte, es una confesión de que la vida no basta.

La justificación última de la crítica bien entendida es que satisface la función natural de desdeñar, que es tan natural como la de comer y que conviene a la buena higiene del espíritu satisfacer cuidadosamente.

Todos los hombres son excepciones a una regla que no existe.

¡Cuesta tanto ser sincero cuando se es inteligente! Es como ser honesto cuando se es ambicioso.

El mal está por toda la Tierra y una de sus formas es la felicidad.

Os digo: Practicad el bien. ¿Por qué? ¿Qué ganáis con eso? Nada, no ganáis nada. Ni dinero, ni amor, ni respeto, ni acaso paz de espíritu. Entonces ¿por qué os digo: practicad el bien? Porque no ganáis nada con ello. Por eso mismo vale la pena practicarlo.


(Fernando Pessoa, Aforismos, selección y traducción de José Luis García Martín, Renacimiento, 2012)

Un concierto de chelo de Vivaldi

De los cientos de conciertos que compuso Vivaldi vamos a escuchar el primer movimiento del concierto para chelo en Do menor RV 401. Dicen que el sonido del chelo es el más parecido a la voz humana y tal vez por eso es el instrumento que mejor sabe expresar el dolor y la tristeza. En este movimiento podemos imaginarnos un hombre, el chelo, que en un acto de sinceridad nos cuenta pasajes de su vida y que los que lo escuchamos, la orquesta, de vez en cuando lo alentamos, le recordamos que no está solo y le ofrecemos, si quiere, nuestro consuelo.
Lamento que en esta ocasión no ofrezcan información del solista, la orquesta y el director.
No es mal entretenimiento escuchar al divino rubio.


R entre rosas negras

Nuestra R, en negro, destaca sobre un fondo de rosas negras. Lo salvaje de la rosaleda contrasta con la simetría de la parte inferior de la letra capitular. Dos aves, que son una, descienden de una construcción imposible, para posarse, cada una, en dos rosas, que también son una, apoyadas en dos conjuntos de flores, aunque en realidad es sólo uno, y hacia el cielo un grupo de rosas quieren parecerse a las primeras pero no pueden porque son nada más que reflejos sobre cristal plateado. Una delgada linea blanca separa los dos motivos, abajo, la mano del hombre que todo lo controla; encima, el desorden por descubrir.



viernes, 6 de julio de 2012

Los cocoteros de Havlasa


Jan Havlasa (1883-1964) fue un escritor, diplomático y viajero checo al que Otakar Stafl le hizo en 1918 el ex-libris de la ilustración. ¿Pero por qué escogió una imagen tan paradisíaca y tan alejada del centro de Europa? La imagen representa una costa con su ensenada, sus cocoteros y los rayos del sol que aparecen  o se ocultan. Sobre el mar en calma se reflejan los rayos como si entre el cielo y el mar ya no hubiera diferencia y el tiempo sólo existiera para certificar su inutilidad. Seguramente Havlasa pediría a Stafl un recuerdo de cuando en 1910 estuvo con su mujer en Bora-Bora y los nativos plantaron en su honor dos cocoteros que, a lo mejor, aún se mecen con el viento. 


Los enamoramientos


Hay libros que una vez comprados casi sin pérdida de tiempo los leemos, mientras que otros parecen requerir un reposo, un paso por la estantería, como un purgatorio, a la espera del momento más oportuno  y generalmente inesperado. Esto último me pasó con Los enamoramientos de Javier Marías. Un año, de feria del libro a feria del libro, estuvo agazapado y dejando ver su lomo casi a diario. Tal vez fuera el extraño sabor que me dejó su trilogía Tu rostro mañana o la necesidad de disponer de un tiempo ilimitado para su lectura lo que dilatara mi decisión. Sin embargo su inicio me deslumbró, una primera frase que te agarra y te ordena continuar, que te reta a descubrir de qué va la historia, donde desde el principio te interesas por los personajes (aparecen tres de los cuatro principales) y donde intuyes la complejidad de las relaciones a que te vas a enfrentar.
La escritura de Javier Marías no es real, no podemos esperar diálogos cercanos a lo que escuchamos a diario, no hay ninguna persona, por muy ilustrada que sea, que se exprese como sus personajes, y él lo sabe, por eso nos apunta que todo es una recreación. Así que nos encontramos ante una novela analítica, discursiva y a veces llena de aparentes digresiones. Pero precisamente eso es lo que la hace tan atractiva, presenciamos un discurso coherente que se contrapone a otro igual de coherente pero opuesto, navegamos entre pensamientos que se van formando a la par que nosotros los leemos, descubrimos manera de enfocar un suceso que no se nos había ocurrido o nos alegramos de que tal personaje discurra como nosotros lo habríamos hecho. En resumen la novela nos traslada a una aventura, pero del pensamiento. En cuanto al tema se podría resumir en el refrán que dice: Amor loco, yo por ti y tú por otro.
Recomiendo con anterioridad la lectura de la novela de Balzac El coronel Chabert, porque se podría considerar un personaje más de la última novela de Marías.

(Javier Marías, Los enamoramientos, Alfaguara, 2011)