lunes, 23 de agosto de 2010

Un cuento de Chéjov y un refrán castellano del Siglo de Oro

Para Federico.

Este es el cuento. Vanka es un niño de nueve años que vive en Moscú como aprendiz de zapatero en casa de sus amos. Huérfano de padres, sólo le queda su abuelo que es guarda nocturno en una finca. La noche de Navidad, mientras los amos y demás zapateros están en la misa del gallo, toma papel y pluma y escribe a su abuelo. Le ruega que lo saque de allí. Las palizas, el hambre, la humillación y el sueño no le dejan vivir. Se muere. Acabada la carta la dobla e introduce en el sobre. Con la plumilla escribe: "A la aldea de mi abuelo". Poco después añade su nombre, "Para Konstantín Makárych". Sale a la calle, la echa al buzón y vuelve a casa. Se queda dormido mientras sueña con su abuelo que lee la carta a las cocineras.
Hasta aquí el cuento.
El refrán fue recogido por Gonzalo Correas más o menos a principios del siglo XVII. "A mi hijo el bachiller, en Salamanca" y aclara "Contra los que no saben dar claras señas, porque hay muchos bachilleres en Salamanca; dicen fue sobrescrito de una carta de un vizcaino." El refrán debía tener mucho predicamento porque aparece con otras formas en la misma recopilación: "A mi tío en Huesca", "A mi hijo en Huesca", "A mi hijo Juan, en la Corte le hallarán", e incluso refiere como verdadero que un vizcaíno envió desde Sevilla una carta a su tierra con esta dirección: "A mi madre, mujer de mi padre, en mi lugar de Vizcaya." De todas estas formas la más antigua sería la de "A mi hijo Juan..." ya que aparece en la recopilación de Hernán Nuñez Refranes o proverbios en romance (1549). De todo esto debemos pensar que el motivo del refrán (al igual que el del cuento), la dirección insuficiente para que llegue la carta a su destino, debía de ser mucho más antiguo, ya que se requiere tiempo para que un hecho, sucedido o referido, se vuelva proverbial. Pero aquí no termina la historia de nuestro refrán. En 1934 vuelve a aparecer de la mano de Rodríguez Marín en su libro Los 6666 refranes de mi última rebusca bajo la forma de: "A mi tío, en Huesca; y si la casa está cerrada, por debajo de la puerta." Comenta el colector que está incompleto en Correas. Más me parece a mí que en el devenir de los siglos el refrán se amplió buscando la rima, remarcando el tinte jocoso o, simplemente, aclarando su significado.
Resumiendo, nos encontramos con un motivo que ha perdurado a través del tiempo y del espacio. Lo que en la tradición hispana aparece rodeado de comicidad e incluso de burla, en Chéjov adquiere tintes dramáticos. ¿Fue ese el acierto del ruso? Si comprobaramos que en la tradición rusa también hay un chiste sobre las direcciones postales incompletas, tendríamos una muestra más de la maestría de Chéjov, tomar de la tradición e invertir su significado para crear una visión nueva de la realidad: deslumbrante.

(El cuento completo "Vanka" está publicado en el libro Relatos publicado por Círculo de Lectores en traducción de Augusto Vidal, así como en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes)

No hay comentarios:

Publicar un comentario