sábado, 15 de septiembre de 2012

Máximas y aforismos.

¿Se puede considerar lo dicho por un rey, un emperador, un general o cualquier personaje histórico como un aforismo? Hay que reconocer que tal y como han llegado hasta nosotros, en muchos casos, nos recuerdan a aforismos tanto por su forma, lacónica, como por su intensión, sentenciosa. Si a esto añadimos que estas máximas se han sucedido en el tiempo intercambiando en muchos casos los protagonistas y que todo se lo debemos a escritores que no estaban presentes en el momento de sus alocuciones, podemos aventurar que tan creadores son los personajes a quien se atribuyen las palabras como las personas que nos las han transmitido. En este sentido estas máximas están muy relacionadas con la tradición oral a pesar de que no comparten uno de sus principios: el anonimato. Plutarco recogió un buen número de dichos de personajes históricos de Grecia, Siria, Persia, Siracusa o Macedonia que se han publicado bajo el título de Máximas de reyes y generales. De entre ellos destacamos:

DARÍO: Después de haber fijado los impuestos a sus súbditos, mandó llamar a los gobernadores de las provincias y les preguntó si consideraban gravosos los impuestos. Al contestarle que moderados, ordenó que pagaran la mitad.

DIONISIO EL VIEJO: A uno que le preguntaba si tenía tiempo libre, le respondió: "¡Ojalá nunca me suceda esto!".

ARQUELAO: Al preguntarle un barbero charlatán: "¿Cómo te corto el pelo?", le respondió: "En silencio".

FILIPO PADRE DE ALEJANDRO: Al aconsejarle sus amigos que expulsara a uno que lo injuriaba, dijo que no lo haría, para que no fuese de un lado a otro hablando mal de él entre más gente.

Cuando estaba a punto de acampar en un bello lugar, al informarse de que no había pasto para las acémilas exclamó:"¡Qué vida es la nuestra, si incluso debemos vivir según la conveniencia de los asnos!".

ALEJANDRO: Cuando Perilo, un amigo suyo, le pidió dote para sus hijas, le ordenó que cogiera cincuenta talentos. Al decir éste que diez era suficientes le respondió: "Para aceptarlos tú, sí, pero no para darlos yo".

ANTIGONO: Como todos estaban asombrados de que al hacerse anciano trataba sus asuntos con suavidad y gentileza, dijo: "Antes, en efecto, necesitaba poder, ahora, en cambio, reputación y benevolencia".

Mientras Antágoras el poeta cocinaba un congrio y agitaba él mismo la cazuela, se le colocó detrás y le dijo: "¿Piensas que Homero, oh Antágoras, cocinaba un congrio mientras escribía las hazañas de Agamenón?". Antágorasle contestó: "Y tú, rey, ¿crees que Agamenón realizaba aquellas hazañas se ocupaba de si alguien en el acmpamento cocinaba un congrio?".

IFICRATES: A Harmodio, el descendiente del antiguo Harmodio, que le reprochaba su bajo linaje, le dijo: "Mi linaje empieza en mí, el tuyo, en cambio, termina en ti".

FOCIÓN EL ATENIENSE: Una vez, al expresar una opinión ante el pueblo, como obtuviera aprobación general y viera que todos aceptaban el discurso por igual, se volvió a sus amigos y les dijo: "¿He dicho algo malo sin darme cuenta?"


(Plutarco, Máximas de reyes y generales, trad. Mercedes López Salvá, Gredos, 2011)

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