Hemos llegado a las veinte notas malas. Resignación y aliento.
En el pasado todo lo recordamos más grande: la casa de la infancia, las calles y los domingos.
Hay autores que deberían compartir los premios y galardones con sus lectores; no en balde, a veces, es mayor el esfuerzo por entenderlos que el trabajo que ellos se dan al escribir sus obras.
Si mis padres fueron mejores que yo, y mis hijos, sin duda, lo serán, ¿qué soy yo? Un ser afortunado.
Kafka me enseño a amar la literatura y Borges a disfrutarla.
Si no puedes ser agradable sé al menos correcto.
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