domingo, 16 de octubre de 2011

En los diarios de Renard

Los diarios, como los cuadernos de notas, son buenos textos donde encontrar aforismos, aunque no fueran escritos con esa intención. La urgencia para dejar constancia de un pensamiento, la intimidad y privacidad del acto de escribir un diario y la libertad y frescura en la forma, hacen que muchas de sus anotaciones puedan ser consideradas y utilizadas como aforismos.
Jules Renard (1864-1910) llevó durante veintitrés años un diario cuya última anotación es de un mes y medio antes de su muerte. Él es el protagonista y sus amigos, su familia, la literatura y la sociedad francesa la materia sobre la que opinar. Como buen moralista nada queda fuera de su interés y todo lo que le rodea requiere su atención y, como no puede ser de otra manera, su opinión. Otro rasgo le acerca a los grandes aforistas, el humor y la irreverencia.
Veamos algunos de estos posibles aforismos.

Que no te engañen los rostros altivos y silenciosos: son tímidos.

¡Cuántos han querido suicidarse, y se han conformado con romper sus fotografías!

Dices que aún no estas maduro. ¿A qué esperas? ¿A pudrirte?

Los elogios se invierten como se invierte el dinero, para que nos lo devuelvan con intereses.

He construido castillos en el aire tan hermosos que me conformo con las ruinas.

Puede estar usted seguro de que nunca olvidaré el favor que le he hecho.

¡Y pensar que si fuera viudo tendría que salir a cenar fuera!

Sí, lo sé. Todos los grandes hombres primero fueron ignorados; pero yo no soy un gran hombre, así que preferiría ser famoso inmediatamente.

Solo hago vida social cuando tengo ganas de aburrirme.

Para triunfar de veras, primero tienes que triunfar, y luego que los demás fracasen.

En el momento en que el condenado tiene la cabeza en la guillotina, antes de que cayera la cuchilla tendría que producirse un silencio. Un guardia saldría de las filas y entregaría un sobre al verdugo, y este le diría al condenado: "¡Es tu indulto!". Y haría caer la cuchilla.
Así, el condenado moriría feliz.


(Jules Renard, Diario 1887-1910, Debolsillo, 2008)

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