domingo, 28 de abril de 2013

Nana de Falla para violonchelo

Manuel de Falla (1876-1946) compuso en 1911, mientras vivía en París, Siete Canciones Populares españolas para voz y piano. Basadas en melodías tradicionales no tuvieron buena acogida en España en su estreno, ya que parece ser que el público esperaba algo menos folklórico. Sin embargo no había hecho sino lo que tantos grandes compositores ya hicieron, inspirarse en las músicas de su tierra. Una de estas siete piezas es la Nana, de inspiración andaluza, donde toma una seguidilla popular para desde la sencillez dejarnos una melodía que nos paraliza y suspende el aliento. La fama traspasó nuestras fronteras e hizo que se realizaran transcripciones para violín o violonchelo bajo el nombre de Suite Popular Española. Maurice Maréchal se encargó de la versión para violonchelo que vamos a escuchar interpretada por Brinton Averil Smith (chelo) y Evelyn Chen (piano). La gravedad del violonchelo y la cadencia sutil del piano crean un sentimiento casi trágico donde la canción de cuna deviene en elegía. La letra, que no vamos a poder escuchar, dice:
Duérmete, niño, duerme,
duerme, mi alma,
duérmete, lucerito 
de la mañana.
Nanita, nana,
nanita, nana,
duérmete, lucerito
de la mañana.


Malas Notas 41

Sólo lo peor heredamos de nuestros padres, pero qué orgullosos nos sentimos.

Durante miles de años nos hemos enfrentado con la naturaleza y sólo ahora la admiramos; donde veíamos terror, ahora vemos sólo  belleza.

Madre mía, ¿qué me estará pasando? ¡Cada día soy más bueno!

No me importa que hablen bien de mí, pero siempre que yo no esté presente.

Admiro en el deporte la rebelión ante los límites; lamento, sin embargo, que siempre tenga que ser contra los otros.

R en rosa

Esta R procede de un alfabeto que aparece en un libro de instrucción del siglo XIX. Sobre un fondo entre verde y dorado destaca la letra en tonos rosas a veces ocultos por una cinta que se enrosca en las zonas verticales. Acompañan flores naturales que por su indefinición no somos capaces de reconocer. El verde, el amarillo y las líneas en rosa aparecen en desacuerdo con el emplazamiento que el impresor tenía decidido.



Que suene la fanfarria

¿Será Hans Jäger quien tocado con el sombrero, la casaca medio abierta, la trompa al hombro y apoyando su mano derecha sobre una supuesta lanza mira de perfil desde un altozano las vastas tierras que le rodean? ¿O será la expresión un sueño siempre por cumplir?
El artista Bernhard Wenig delimita con sencillez la imagen, enmarcándola en contornos propios de art nouveau. La curva siempre dará más calor que la recta y parece propiciar el descanso necesario. En la partes superior derecha, sobre el cielo que se intuye, el anagrama con sus iniciales.



domingo, 21 de abril de 2013

Refranes egipcios dialogados

De Rosa Mª Ruiz Moreno ya vimos una selección de refranes egipcios referidos a la familia. En esta ocasión la temática es más amplia abarcando la vida personal, la vida social y la vida agrícola y rural, y en último término la vida y costumbres de los animales. En este trabajo, como en el anterior, el refrán aparece en primer lugar en su traducción literal, a la que le sigue en grafía árabe y en transcripción fonética. Es de agradecer que a los comentarios explicativos del refrán se añaden los textos castellanos semejantes en cuanto a intención y uso, así como las referencias bibliográficas utilizadas. De entre los más de mil refranes que componen la obra vamos a seleccionar parte de aquellos que presentan una estructura dialogada. Estas formas consiguen un ritmo más intenso a la vez que nos sorprenden por lo inesperado y al mismo tiempo  oportuno. En nuestro idioma muchos de estos diálogos, mayoritariamente no entre humanos, han tenido una muy buena acogida entre los repertorios clásicos y se siguen usando coloquialmente. Veamos pues algunos ejemplos.


-¿Qué te hizo saber que era mentira? -Su tamaño.

Dijeron al lobo:-Te van a encargar del ganado. Y se echó a llorar.-Eso es  lo que te gusta. Contestó: -Temo que sea mentira.

Dijo un ciego a un tuerto: -Amarga el cáliz de la ceguera. Contestó: -Sé de la mitad de ella.

Le dijeron a una mujer: -Eres gorda y tuerta. Contestó: -Vaya lo uno por lo otro.

-Tu pan me agrada, tío. -Para mi desgracia, sobrino.

Le dijeron al hambriento: -¿Cuánto es uno por uno? Contestó: -Un pan.

-¿Conoces a Fulano? -Sí. -¿Has vivido con él? -No. -Entonces no lo conoces.

-Vivir para ver. -Y andar para ver aún más.

-¿Ahorcado o estrangulado? -Todo va al cuello.

-¿Cuál es tu nombre? -Ámbar. -¿Cuál es tu oficio? -Pocero. -Se estropeó el nombre con el oficio.

Dijeron al ratón: -Coge dos arreldes de azúcar y llévale el recado al gato. Contestó: -Buena es la paga, pero el trabajo no le va a la zaga.

-Ojalá se corte con lo que robó. -¿Quién te ha dicho que es un cuchillo?

-Pare la vaca, ¿por qué se contrae el buey? Contestó: -Acaso sea para llevarse los honores.


(Rosa Mª Ruiz Moreno, Egipto y su sabiduría popular: el refranero, Universidad de Jaén, 1999)

La vida ondulante

Ramón Eder (1952) es un navarro que conocedor de la literatura aforística clásica ha decidido no competir en su mismo terreno. El moralismo francés, del que ya hemos hablado en más de una ocasión, lo da por perfecto, tanto en el análisis de caracteres como en la brevedad y oportunidad de su estilo, y por lo tanto difícil de imitar. Prefiere una prosa más irónica y menos categórica. Sus modelos son Lichtenberg, Nietzsche, Renard o Bergamín, por citar algunos de los autores que ya hemos recogido en estas entradas. El humor y la ocurrencia no están reñidos con la reflexión y el pensamiento. El mismo género literario es motivo de interés y nos regala con algunas máximas sobre la importancia y el valor de los aforismos. Hay que agradecerle que, a diferencia de algunos de los autores actuales de aforismos, no se ponga trascendente y evite la solemnidad de lo obvio. También tiene a su favor el desprecio por la acumulación, publicando sólo las notas que sabe son necesarias. En La vida ondulante recoge los dos primeros libros de aforismos que publicó, Hablando en plata e Ironías, añadiendo un tercero, Pompas de jabón. La selección que presentamos está entresacada del primero de ellos, Hablando en plata, publicado en 2001.


Las parejas que parecen más duraderas, cuando se rompen, se rompen como el duralex.

Un político es un ciudadano menos.

Todo rey parece bueno en el exilio.

La transgresión siempre merece un castigo, o un premio.

Lo imperdonable de los que acuden sistemáticamente tarde a las citas es que lo hacen porque a ellos les irrita esperar.

Rebelarse es revelarse.

Se es igual de inteligente a los veinte que a los cuarenta, pero con un poco se suerte no se es igual de tonto.

El que publica un libro y no recibe ninguna crítica siempre podrá pensar que ha dejado al mundo atónito.

Las máximas son como las chaquetas: pueden ser muy bonitas pero no irnos bien: Sólo debemos utilizar aquellas que nos favorezcan.

Ocultaba un defecto de su cara con unas faldas cortísimas.

Recordando los buenos tiempos echó a perder la tarde.

Si de Séneca como maestro salió Nerón como discípulo, quizá no haya que hacerse demasiadas ilusiones sobre las virtudes de la educación.


(Ramón Eder, La vida ondulante, Sevilla, Renacimiento, 2012)


domingo, 14 de abril de 2013

Concierto para chelo de Édouard Lalo

El músico francés de ascendencia española Édouard-Victoire-Antoine Lalo (1823-1892) compuso en 1876 el concierto para violonchelo en re menor. Además de compositor fue un reputado violinista (también tocaba el violonchelo) muy interesado por la música de cámara. Alcanzó fama con su Sinfonía Española interpretada por su amigo el también violinista Pablo Sarasate. Influenciado por Wagner sin embargo supo mantener una cierta predilección por ritmos más o menos populares. El concierto para violonchelo consta de tres movimientos de los que vamos a escuchar el segundo. Estructurado en cuatro partes: dos lentas y dos más rápidas, que se van alternando. A un inicio reflexivo en el que el instrumento retoma y nombra lo que la orquesta sólo apunta le sigue, también a propuesta del chelo, un cambio de ritmo que deviene en pura alegría. Este esquema se vuelva a repetir con lo que presenciamos una sucesión de distintos momentos en los que a la meditación interior le sigue la expansión feliz, como si nos quisiera recordar que la vida está hecha de contrastes y contradicciones. Interpretada en esta ocasión por el maestro Pierre Fournier (1906-1986) y la Orquesta Suiza Romande, está dirigida por Ernest Anserme en 1956.




A vueltas con la literatura judía

Yoram Kaniuk es un escritor judío que escribe en hebreo. Conocido por sus manifestaciones en contra de muchas de las actuaciones de su gobierno, ha tenido el atrevimiento de escribir un libro, 1948, que más de un israelí habrá repudiado. Cuenta su participación, con sólo diecisiete años y medio, en la guerra de la Independencia de Israel. Durante cinco meses intervino en los enfrentamientos como miembro del Palmaj, ejercito o milicia que se destacó en la guerra, formado en su mayoría por jóvenes que crearon sin proponérselo un estado y cuya única recompensa fue la muerte y el olvido. A sus más de ochenta años Kaniuk revive aquel tiempo, quiere liberarse de él ahora que está cerca de la muerte, sin miedo y sin concesiones. Como un ejercicio de memoria, que reconoce imperfecta, nos hace acompañarle por las batallas, los francotiradores, las conquistas, los fracasos y la muerte. Nos enseña la estupidez de la guerra,  la falta de moralidad, la crueldad y el sinsentido, el daño gratuito y el dolor irreparable. Por sus páginas circulan una gran variedad de personajes, sobre todo judíos, que nos muestran la diversidad de reacciones ante un mismo hecho. Su prosa se hace a veces vacilante, imprecisa, como el que tiene que rebuscar en lo que no desea y teme encontrar lo que no buscaba. La llegada del primo de su padre, la muerte del árabe al que intenta proteger, el disco alemán de Bach, la cuna del hotel, el disparo sobre el niño palestino o el reencuentro con Ezequiel son momentos inolvidables sean o no sean totalmente ciertos, porque como reconoce: "¿Qué es un recuerdo? Un recuerdo es lo que yo escribo que es un recuerdo". 1948 es un libro imprescindible para entender mucho de lo que está ocurriendo a nuestro alrededor.


(Yoram Kaniuk, 1948, traducción de Raquel García Lozano, Libros del Asteroide, Barcelona, 2012)

domingo, 7 de abril de 2013

Ex-libris conventual

Josef Sattler (1867-1931) era un artista y grabador alemán que entre otras ocupaciones tenía la de diseñar ex-libris. Perteneciente al movimiento precursor del Art Nouveau es conocido por su libro de grabados Danza moderna de la muerte. Sobre este tema ya publicamos un ex-libris donde un esqueleto cargaba con una pila de libros. En el caso de hoy tenemos un diseño para lo que parece el convento de San Leonardo. Un fraile tonsurado, de pocos amigos si hacemos caso a su expresión hierática, mira de perfil a un punto indefinido. El busto está rodeado por una cadena circular de fuertes eslabones y delante de su barbilla una cruz manifiesta sus arraigadas creencias. Los trazos de su figura, sencillos y bien definidos, contrastan con el fondo negro y la trama que ocupa el resto del grabado. En la parte inferior, con letras góticas sobre las páginas abiertas de un libro, aparece el nombre del convento. En verdad poco atractiva se presenta la comunidad.




Malas Notas 40

Hay críticos que recomiendan un libro no por el placer que le ha reportado su lectura sino por la dificultad que le ha entrañado. De esta manera, en el fondo, no es tanto un elogio al autor como un reconocimiento a sus facultades como crítico.

De los atributos de Dios (eterno, omnipotente, inmutable, omnipresente, omnisciente...) siempre olvidan el más manifiesto su indiferencia.

La literatura para mí no es sólo un entretenimiento o una afición, es el medio más eficaz para entenderme.

Es verdad que no debemos alegrarnos de las enfermedades que atacan a nuestros enemigos; pero qué placer irreprimible sentimos al ver como la dama de hierro se convierte en pelele de paja desmadejada.

Los que mucho hablan, qué poco tienen que decir.

R con filigranas

De un dorado sucio y enmarcada en un cuadrado que ha perdido su naturaleza poligonal por dos secciones curvas nuestra R parece desprenderse de un contorno algo mayor y mejor definido. El azul de su interior y el rojo que la cerca se decoran con filigranas de diversos motivos, dejando ver un fondo pálido. La superposición de estos dos colores en la parte inferior  nos hace creer que estamos ante un grabado en el que una de las planchas, la roja, se ha desplazado hacia arriba invadiendo la zona que no le pertenece. Sin embargo según los datos disponibles esta R pertenece a un alfabeto manuscrito del siglo XV de caligrafía romana.



viernes, 5 de abril de 2013

El Leviatán de Roth

Nissen Piczenik es comerciante de corales en la pequeña ciudad de Progrody. Su negocio marcha bien, no le faltan clientes y tiene contratado a un grupo de mujeres que ensartan los corales mientras entonan  canciones. Casado, pero sin hijos, sólo tiene un deseo, ver el mar, origen de su pasión y negocio. En compañía de un marinero de su ciudad toma el tren para Odesa, donde por fin se encuentra con las aguas azules y los barcos blancos. Es tal la fascinación que olvida hasta las visitas obligadas a la sinagoga. Pero a la vuelta a su ciudad el mundo ha cambiado. Un nuevo comerciante de corales se ha instalado en una población cercana. Con la modernidad irrumpe lo falso y a punto está de convencerlo, de arrastrarlo al engaño y la mentira. Nuestro personaje, como el imperio austro-húngaro que Roth tan bien supo retratar, ve que su tiempo ha pasado, que nada puede ya rescatarlo, que el valor nunca será igual que antes y que la historia ha decidido prescindir de él. Con un estilo directo y en apenas sesenta páginas Joseph Roth nos sumerge, y nunca mejor dicho, en la historia de un fracaso, del que salimos reconfortados por la belleza de sus páginas y convencidos de que no puede haber derrota cuando al fin se consigue el descanso.

(Joseph Roth, El Leviatán, traducción de Miguel Sáenz, Siruela, Madrid, 2003)