La curiosidad es el componente esencial del lector y, por lo tanto, de la literatura. Si no ansiáramos saber cómo se enamoraron, qué se dijeron, cuándo y por qué se distanciaron, no sólo no se habría leído nunca, ni siquiera se hubiera escrito.
Abril se viste de fiesta con la flor de la retama.
Aunque todos seamos vanidosos, sólo algunos consiguen ser coquetos.
Reniego de la literatura que no provoca una sonrisa, que no fuerza una lágrima.
Mi desapego por el deporte debe venir de que sólo en una ocasión tuve que competir y, aparte del trabajo, no me supuso ninguna satisfacción.
Huye de los que te quieran salvar, lo más probable es que acaben enterrándote.
En este cuaderno personal van a aparecer algunas de mis aficiones más queridas: La literatura aforística, los refranes, recomendaciones de libros y música clásica, imágenes y grabados del mundo del libro, y esas "malas notas" que de tarde en tarde se me presentan como si tuvieran algo que decir. La incorporación de nuevas entradas se hará, aproximadamente, todas las semanas.
domingo, 29 de enero de 2012
El miedo a los otros
No hay duda que todos tenemos miedo a lo ajeno, a lo extraño, a lo distinto. Y no sentimos nada más peligroso que lo diferente, sobre todo si es cercano. El refranero clásico, y no tan clásico, ha recogido ese miedo en forma de insulto, de mofa, y lo ha concretado en el vecino. Miles de refranes podemos encontrar en que desde un pueblo se ridiculiza al los del pueblo más cercano, como si en el desmérito del otro estuviera nuestro propio mérito, la supremacía de lo conocido que no es otra cosa que nosotros mismos. La proliferación de este tipo de refranes no es razón para su desprecio u ocultación, lo mismo que los cristianos no esconden la cruz donde mataron a su dios. Estos refranes nos enseñan lo inmaduros que aún somos, la sinrazón que a veces profesamos y, también, lo ocurrentes que podemos ser a la hora de menospreciar. Quedémonos con lo último y disfrutemos de la ocurrencia que es lo único que nos puede hacer perdonar.
Basta con los pueblos que empiezan por la letra A para hacernos una idea de cómo las gastamos.
En Adra, el que no muerde, ladra.
Aguilafuente, Fuentepelayo, Pinarnegrillo y Navalmanzano, son cuatro pueblos de chicha y nabo.
Alba de Tormes, baja de muros, alta de torres, buena de putas, mejor de ladrones: mira tu capa dónde la pones, que padres e hijos todos son ladrones.
En las procesiones de Albalat, unos van delante y otros van detrás; y en la de Montánchez, unos van detrás y otros van delante.
La orquesta de Algete, tres bombos y un clarinete.
En Almadén me quiero casar; que cuernos y candil no me han de faltar.
De Ambel, ni mula, ni leña, ni mujer; la mujer te saldrá guita; la mula maldita; la leña sin arder, ¡maldito sea Ambel!
Andújar, gente granuja; Arjona, gente ladrona; Arjonilla, gente pilla.
Las pulgas de Antillón, de lejos parecen piojos y de cerca lo son.
El tren de Arganda que pita más que anda.
¿Armuñez y se deja ahorcar? Cuenta le tendrá.
Las de Aroca, o putas o locas.
(José Esteban, ¡Judas!...¡Hi...de puta! Insultos y animadversion entre españoles, Sevilla, Renacimiento, 2003)
Basta con los pueblos que empiezan por la letra A para hacernos una idea de cómo las gastamos.
En Adra, el que no muerde, ladra.
Aguilafuente, Fuentepelayo, Pinarnegrillo y Navalmanzano, son cuatro pueblos de chicha y nabo.
Alba de Tormes, baja de muros, alta de torres, buena de putas, mejor de ladrones: mira tu capa dónde la pones, que padres e hijos todos son ladrones.
En las procesiones de Albalat, unos van delante y otros van detrás; y en la de Montánchez, unos van detrás y otros van delante.
La orquesta de Algete, tres bombos y un clarinete.
En Almadén me quiero casar; que cuernos y candil no me han de faltar.
De Ambel, ni mula, ni leña, ni mujer; la mujer te saldrá guita; la mula maldita; la leña sin arder, ¡maldito sea Ambel!
Andújar, gente granuja; Arjona, gente ladrona; Arjonilla, gente pilla.
Las pulgas de Antillón, de lejos parecen piojos y de cerca lo son.
El tren de Arganda que pita más que anda.
¿Armuñez y se deja ahorcar? Cuenta le tendrá.
Las de Aroca, o putas o locas.
(José Esteban, ¡Judas!...¡Hi...de puta! Insultos y animadversion entre españoles, Sevilla, Renacimiento, 2003)
domingo, 22 de enero de 2012
El diario de Pavese
No es la primera vez, ni será la última, que incorporo a la selecciones de aforismos textos que no han sido pensados para este género. Los diarios son materiales que facilitan la reflexión libre, el apunte rápido y la nota para un futuro. Si buscamos no hay duda que encontraremos textos interesantes, ágiles en su enunciación y de tema eterno, los mismos que aparecen en los clásicos aforistas. En esta ocasión nuestro invitado es Cesare Pavese (1908-1950), quien llevó un diario desde 1935 hasta pocos días antes de su muerte. Su último apunte, poco antes de suicidarse, es tremendo: "Todo esto da asco. No palabras. Un gesto. No escribiré más". Entre sus temas destaca sobre todo sus relaciones con las mujeres y la función de la literatura. De éstos queda constancia en esta selección que abarca de los años 1935 a 1938.
Las únicas mujeres con las que vale la pena casarse son aquellas con las que no podemos atrevernos a casarnos.
Pero esto es lo más atroz: el arte de la vida consiste en ocultarles a las personas más queridas la alegría de estar con ellas, pues de otra manera se pierden.
Y acordarse sobre todo de que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si el propio gozo es compartido.
No deberías tomar nunca en serio las cosas que no dependen de ti sólo. Como el amor, la amistad y la gloria.
Problema: ¿la mujer es el premio del fuerte o el arrimo de débil, según ellos lo quieren?
Ironía de la vida: la mujer se da como premio al débil y como arrimo al fuerte. Y ninguno tiene nunca lo suyo.
Las putas trabajan a sueldo. Pero ¿qué mujer se entrega sin haberlo calculado?
Vengarse de una injusticia es privarse del consuelo de clamar contra esa injusticia.
En este oficio de poetizar no es la ardiente inspiración la que crea la idea feliz, sino la idea feliz la que crea el ardor inspirado.
La muerte es el reposo, pero el pensamiento de la muerte es el perturbador de todo reposo.
Cuando nos remordemos por una mala acción, no es el dolor causado a otro lo que nos desagrada, sino el desasosiego causado a nosotros mismos (cfr. Raskolnikoff).
Tan poco se interesa un hombre por otro que hasta el cristianismo recomienda hacer el bien por amor a Dios.
Dale una compañía al solitario y hablará más que nadie.
No es verdad que la muerte nos llegue como una experiencia en la que todos somos inexpertos (Montaigne). Todos, antes de nacer, estábamos muertos.
Todos somos capaces de malos pensamientos, muy raramente de malas acciones. Todos sabemos realizar buenas acciones; pero buenos pensamientos, pocos.
(Cesare Pavese, El oficio de vivir, traducción de Ángel Crespo, Seix Barral, 2003)
Las únicas mujeres con las que vale la pena casarse son aquellas con las que no podemos atrevernos a casarnos.
Pero esto es lo más atroz: el arte de la vida consiste en ocultarles a las personas más queridas la alegría de estar con ellas, pues de otra manera se pierden.
Y acordarse sobre todo de que hacer poesías es como hacer el amor: nunca se sabrá si el propio gozo es compartido.
No deberías tomar nunca en serio las cosas que no dependen de ti sólo. Como el amor, la amistad y la gloria.
Problema: ¿la mujer es el premio del fuerte o el arrimo de débil, según ellos lo quieren?
Ironía de la vida: la mujer se da como premio al débil y como arrimo al fuerte. Y ninguno tiene nunca lo suyo.
Las putas trabajan a sueldo. Pero ¿qué mujer se entrega sin haberlo calculado?
Vengarse de una injusticia es privarse del consuelo de clamar contra esa injusticia.
En este oficio de poetizar no es la ardiente inspiración la que crea la idea feliz, sino la idea feliz la que crea el ardor inspirado.
La muerte es el reposo, pero el pensamiento de la muerte es el perturbador de todo reposo.
Cuando nos remordemos por una mala acción, no es el dolor causado a otro lo que nos desagrada, sino el desasosiego causado a nosotros mismos (cfr. Raskolnikoff).
Tan poco se interesa un hombre por otro que hasta el cristianismo recomienda hacer el bien por amor a Dios.
Dale una compañía al solitario y hablará más que nadie.
No es verdad que la muerte nos llegue como una experiencia en la que todos somos inexpertos (Montaigne). Todos, antes de nacer, estábamos muertos.
Todos somos capaces de malos pensamientos, muy raramente de malas acciones. Todos sabemos realizar buenas acciones; pero buenos pensamientos, pocos.
(Cesare Pavese, El oficio de vivir, traducción de Ángel Crespo, Seix Barral, 2003)
lunes, 9 de enero de 2012
Ex-libris para un encuadernador
¿Quién puede tener más derecho a disfrutar de un ex-libris que aquel que se gana la vida entre libros? Otakar Stafl creó, si son ciertas mis informaciones, en 1914 solo seis ex-libris. Uno de ellos para la biblioteca de V. Kwasniak. Desconozco quien podría haber sido este personaje, sin duda checo, pero por el motivo que está representado es muy posible que nos encontremos ante un encuadernador que enamorado de su trabajo decidió un día quedarse con sus mejores obras inventando mil excusas ante sus clientes para no deshacerse de las bellas encuadernaciones que lograba. Solo necesitaba un sello de propiedad y éste se lo facilitó nuestro amigo Stafl. Desde entonces su negocio vino a menos pero su vida ganó más.
Una R en negativo
Algo nos dice que está al revés aunque sabemos que está al derecho. Las hojas siempre han sido blancas para poderlas emborronar. Por lo tanto los trazos deben ser negros resaltando y contrastando con la blancura del folio. Sin embargo nuestra "R" es blanca como un corte sutil y bien definido sobre la seda negra. El resto de líneas, que también tienen cambiado el color, dibujan grupos de flores que surgen entre curvas imposibles, y como no imaginamos un lápiz blanco tan bien definido, no puede ser sino un pespunte de hilo de seda sobre la negra seda que bordamos en el bastidor, por esta vez, cuadrado. ¿Sería más bello el negativo de este negativo?
miércoles, 4 de enero de 2012
El mañana de Martínez de Pisón
Ignacio Martínez de Pisón (1960) vuelve a la novela tras la publicación del libro de cuentos Aeropuerto de Funchal. El día de mañana nos cuenta la historia de Justo Gil, un emigrante llegado a Barcelona junto a su madre enferma, que por los imponderables de la vida termina de confidente de la policía franquista. Trece personajes que de alguna manera se han cruzado en su vida nos presentan los recuerdos y los sinsabores de su relación con el delator. Como en su anterior novela, Dientes de leche, Martínez de Pisón está más interesado en que entendamos a los personajes que en que los juzguemos. A diferencias de otros autores que no pueden reprimir ese desprecio al lector dejando bien claro desde el principio quien es el bueno y quien el malo, Martínez de Pisón nos muestra a los personajes como son, contradictorios, indecisos, influenciables por los acontecimientos, atrevidos y cobardes, héroes y villanos a la vez. Es un autor que disfruta creando tipos y que quiere a sus personajes como su fueran las personas con las que se relaciona a diario. Otro acierto es el ritmo de las frases, siempre intentando reproducir el lenguaje oral, la comunicación directa, sin artificios literarios porque nadie habla ni cuenta su vida para ganar un premio literario. Lo que no quiere decir que no nos encontremos ante una obra literaria, todo lo contrario, es un estupendo ejemplo de escritura de altos vuelos, mesurada en su sintaxis, bien estructurada, con un ritmo perfecto en la sucesión de acontecimientos y un desenlace que unifica y da sentido a esa superposición de narradores.
Hacía tiempo que no lamentaba la falta de tiempo y el cúmulo de obligaciones que me han impedido disfrutar de la lectura ininterrumpida de la novela, pero no importa, de esa manera han sido dos días de verdadero placer lector. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.
(Ignacio Martínez de Pisón, El día de mañana, Seix Barral, 2011)
Hacía tiempo que no lamentaba la falta de tiempo y el cúmulo de obligaciones que me han impedido disfrutar de la lectura ininterrumpida de la novela, pero no importa, de esa manera han sido dos días de verdadero placer lector. Espero que lo disfrutéis tanto como yo.
(Ignacio Martínez de Pisón, El día de mañana, Seix Barral, 2011)
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