Todos conocemos a Rossini (1792-1868) como autor de muchas de las óperas más famosas de la historia del género. Es imposible no recordar y disfrutar con El barbero de Sevilla, La cenicienta, Una italiana en Árgel o Guillermo Tell. Algo menos conocidas son sus seis Sonatas para cuerda que compuso con sólo doce años.
El andantino de la segunda sonata empieza como el rompiente de una ola y poco a poco nos adentramos en un mar aparentemente calmo pero diverso; las olas se suceden, más o menos intensas, iguales y variables, meciéndonos o acunándonos para luego, en el tercer movimiento llenarnos de viveza y movimiento.
Rossini pasó sus últimos cuarenta años prácticamente alejado de la composición, no hay forma de imaginar qué nos hubiera dejado su genio, solo podemos constatar que nos dejó algunas de las piezas más alegres de la historia de la música.
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