Hay dos tipos de amores, el que se escribe con mayúscula y el que se escribe con minúscula. El primero parece que se lo han apropiado los intelectuales, los conservadores y los cursis. Dejemos que cada uno saque su provecho y con su pan se lo coman. El que se escribe con minúscula es el que a diario vemos, el que en cada esquina encontramos y el que, sin duda, nos da más quebraderos de cabeza. De este amor es del que se ocupa el refranero español, un amor cotidiano, risueño, lleno de atrevimiento y alejado de los tópicos que la cultura oficial le ha encasquetado. Prepárense para disfrutar con las ocurrencias del "amor".
Amor de corneta, de diana a retreta.
Amor con casada, vida arriesgada.
Amor que no se atreve, desprécianlo las mujeres.
Amor trompetero, cuantas veo, tantas quiero.
El amor es fuego, pero con él no se cuece el puchero.
El amor y la luna, se parecen: menguan cuando no crecen.
En la feria del amor quien más gasta sale peor.
El amor y la guadaña quieren fuerza y quieren maña.
Juan, que bien me quiere, por mi se muere; pero yo que bien quiero a Miguel me muero por él.
Los galancicos, ésto tenemos; que donde no nos quieren, allí queremos.
Molinero sois, amor, y sois moledor.
Quien ama a la rana, tiénela por la diosa Diana.
Quien bien quiere a la rosa, aunque se pinche, no se enoja.
Te quiero, Andrés, por el interés.
(Juliana Panizo, Refranero temático castellano, Universidad de Valladolid, 1999).
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