Encerrar en un libro la vida entera es una ilusión que no pocos escritores han soñado. David Grossman nos cuenta en su última novela la paternidad, la guerra, el amor, el desencuentro, la busqueda, la pasión, la tortura, los sueños, el miedo, la comunicación y la intransigencia; es decir la vida entera.
Mientras recorren andando Israel la madre de Ofer va contando, al padre, la vida del hijo que no ha querido conocer. Es un último intento por evitar la muerte del hijo que está combatiendo en el ejercito judío.
Desgraciadamente coincidió la redacción del libro con la muerte, real, del hijo del escritor en una operación militar en el Líbano. Es imposible abstraerse a este hecho, y la lectura se vuelve más y más inquietante.
Ora, la madre, se pregunta "¿Cómo puede contarse una vida entera? Para eso no bastaría toda una vida." Y aunque es verdad, conforme avanzamos en la lectura intuimos que lo primordial de una vida sí se puede contar y que para ello basta ser un magnífico escritor. David Grossman lo es.
(David Grossman, La vida entera, Lumen, 2010)
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