domingo, 16 de enero de 2011

El encanto de Oscar Wilde

Oscar Wilde ha pasado a la historia de la literatura no sólo por sus libros sino por las maravillosas ocurrencias que derrochaba. A Gide, según nos cuenta Borges, le dijo en una ocasión que él había querido conocer "el otro lado del jardín". Seguro que estos pensamientos que seleccionamos a continuación también provienen de ese otro lado del jardín.


Todas las cosas bellas pertenecen a la misma época.

Nada tan peligroso como ser demasiado moderno. Corre uno el riesgo de quedarse súbitamente anticuado.

Cuando los críticos están desacordes, el artista está de acuerdo consigo mismo.

Muchos son los que obran bien, pero contadísimos los que hablan bien; lo que demuestra que hablar es mucho más difícil que hacer, y, desde luego, mucho más hermoso.

El fin del embustero es simplemente entretener, agradar, embellecer. Es la verdadera base de toda sociedad civilizada.

Es mejor ser hermoso que ser bueno; pero es mejor ser bueno que ser feo.

El verdadero inconveniente del matrimonio es que le hace a uno menos egoista.

Las mujeres han sido hechas para ser amadas, no para ser comprendidas.

Las mujeres aman con los oídos; los hombres con los ojos; si es que, realmente, aman...

No hay ninguna mujer genial. Las mujeres son un sexo decorativo. Nunca tienen nada que decir, pero lo dicen deliciosamente.

La única diferencia entre un capricho y una pasión para toda la vida, es que el capricho dura un poco más.

Una idea que no sea peligrosa es completamente indigna de ser llamada idea.

La única diferencia entre el santo y el pecador, es que todo santo tiene un pasado, y todo pecador un porvenir.

La moda es una forma de fealdad tan intolerable, que cada seis meses tenemos que modificarla.

(Oscar Wilde, Pensamientos, Gabinete de Prensa y Documentación, 1993)

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