Tenía una memoria estúpida, sólo recordaba lo inconveniente.
La mayoría de los aforismos, máximas y sentencias no son sino obviedades expresadas de manera correcta.
La noche y la vigilia propician razonamientos y sintaxis perfectos que a la luz del día no dejan de sonrojarnos.
Tenía tanto que aprender que no podía perder el tiempo en estudios.
¿Sería posible en la actualidad un Karl Kraus? Seguramente no. Y no porque en estos 70 años nos hayamos vuelto más tolerantes, sino porque el mundo se ha transformado a imagen de mojigatos, mediocres y meapilas.
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