Gustav Drobner debió de ser un enamorado de los libros ya que son muchos los ex-libris que encargó para su biblioteca. En 1897 Hermann Feldmann le diseñó el que ahora comentamos, un anciano con gafas aparece tras una ventana leyendo un libro. Los postigos abiertos, decorados con dos corazones, sostienen una leyenda en alemán (Un buen libro-el mejor amigo), debajo, entre hojas y flores, su nombre y su ciudad, Leipzig.
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