domingo, 16 de febrero de 2014

"Adiós, hasta mañana" de Maxwell

¿Existen los libros imprescindibles? ¿Cuántos pueden serlo? ¿Sólo son imprescindibles los clásicos? ¿Lo son a la vez para todos los lectores? ¿Cómo y cuándo sabemos que un libro es imprescindible? Difícil de responder a estas preguntas con seguridad. Sólo me aventuraría a afirmar que sé que un libro es imprescindible cuando lamento haber tardado tanto en conocerlo o, si está recién editado, que su autor haya tardado tanto en ofrecérnoslo.
William Maxwell (1908-2000) además de buen editor (por él pasaron Salinger, Updike o Cheever) fue un gran escritor que supo crear una corta pero magnífica carrera literaria. Adiós, hasta mañana fue su última novela (1980) y en ella nos cuenta cómo el destino puede destruir lo que en un determinado momento nos ofrece, o puede ofrecer, la vida. Ya anciano nuestro protagonista vuelve la vista a su infancia y recuerda cómo un asesinato cortó de raíz lo que podría haber sido una buena amistad. Mientras construyen su casa, al atardecer, se acerca para deambular entre los tablones y travesaños de una construcción aún a cielo abierto. Allí conoce a un muchacho con el que lentamente establece una relación. Pero cuando parece que puede surgir la amistad, el padre de este muchacho mata a uno de sus vecinos. Desde entonces no vuelven a hablarse y prácticamente desaparece de su entorno. Muchos años después intenta descubrir qué es lo que ocurrió, necesita saber las razones de ese asesinato porque sólo así podrá imaginar qué fue del imposible amigo que perdió. "Adiós, hasta mañana" era la frase de despedida cuando dejaban atrás la casa a medio construir y volvían cada uno a su suya para la cena. Maxwell reproduce aquellos sucesos que dejaron sin sentido la despedida y nos plantea el poder y la añoranza por lo perdido. Imprescindible.

(William Maxwell, Adiós, hasta mañana, trad. Gabriela Bustelo, Barcelona, Libros del Asteroide, 2008)

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