domingo, 27 de noviembre de 2011

Los aflorismos de Castilla del Pino

Entre 2003 y 2009 Castilla del Pino dejó en su ordenador una carpeta con textos cortos a los que denominaba Aflorismos. Según definición del autor el aflorismo es "Algo que se me ocurrió, surgió o me apareció de manera más o menos inesperada". Si reparamos en los más de ochocientos textos podemos apreciar que aunque ha cambiado el nombre nos encontramos con verdaderos aforismos. Basta reconocer algunas de las características propias de éstos para identificarlas en los textos de Castilla del Pino. Así descubrimos que una misma idea se reitera desde enunciados diferentes; como, a veces, aparentemente se desarrollan ideas contradictorias (sólo en apariencia, ya que el mundo en que vivimos, y por lo tanto el que expresamos, no es único sino diverso y variado); también reconocemos ideas expresadas con antelación por otros pensadores, incluso conceptos demasiado manidos. Pero todo esto forma parte del aforismo, incluso su intención moral. En muchos de los aflorismos vemos la pretensión de señalar una vía de comportamiento para ser más felices o menos desdichados. Como no podía ser de otra manera predominan los pensamientos sobre los sentimientos y las conductas. En resumen nos encontramos ante una colección de aforismos con todos los ingredientes de una obra clásica y con el aliciente de todo un escritor contemporáneo.
La selección que añado sólo pretende incitar a su lectura y disfrute.

Vive de tal forma que cuando llegue la hora de la muerte sientas pena por dejar esta vida.

Releer: la seguridad de no perder el tiempo.

No te exhibas. Que los demás te descubran.

Uno sobrevive sólo en el recuerdo de los demás. Cuando éstos desaparecen, uno ha desaparecido también. No hay inmortalidad: hay memoria.

Más que la búsqueda directa de la felicidad, que es utopía, debemos desprendernos de lo que nos hace infelices.

Hay errores en la vida, y hay vidas erradas: son dos cosas distintas.

Diferenciar entre quién se es y qué se es. Lo segundo es accesorio y, como tal, perecedero.

Los grandes escritores nos enseñan a leer el mundo.

La cultura es un instrumento para ver y para estar en el mundo; además, entretenimiento.

Hay siempre una constante de soledad en el ser humano: su intimidad.

Hablar puede ser hablarse, pero escribir es siempre escribir-le.

El hombre está hecho para poder estar solo, no para ser solitario.


(Carlos Castilla del Pino, Aflorismos. Pensamientos póstumos, Tusquets, 2011)

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