Muchas veces la corta extensión del aforismo nos hace pensar que lo que deseamos decir no queda del todo claro. Lo normal es que se ensayen distintos enunciados, y uno de ellos prevalezca, o que se complementen unos a otros como variaciones sobre un tema.
En esta ocasión propongo tres malas notas emparentadas.
Cuando leo que un director de escena ha actualizado una obra de teatro o una ópera, no puedo dejar de pensar que, con independencia de su -supuesta- aportación al arte, no hay sino una necesidad de cobrar por lo que nunca habría sido capaz de imaginar.
Como espectador reniego de los que creen que necesito que las obras sucedan en mi tiempo. Aunque ellos no lo crean soy capaz de disfrutar de lo que ocurrió antes de que yo naciera.
¿Se creerán que aportan algo a Handel, Mozart o Rossini por hacer que sus historias sucedan en el siglo XX? Al fin sólo permanece la música y olvidamos a los tramoyistas.
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