Cerca de siete meses he tardado en leer el último libro de Paul Auster. En verdad, el tiempo del que hablo es desde que lo compré hasta que empecé a leerlo. La lectura efectiva de Sunset Park no ha pasado de 24 horas. En su nueva obra vuelve a demostrar, como casi siempre, que es un buen contador de historias. Un joven de Nueva York se aleja de su familia para expiar un terrible suceso. Siete años más tarde regresa dispuesto a iniciar una nueva vida. Pero su historia se cruza con la de otros seis personajes que también tienen mucho que contar. Uno de los aciertos de Auster es dotar a sus personajes de una personalidad bien definida, de una realidad incuestionable. Si a ello unimos la facilidad para desarrollar una trama que consigue engancharnos y un lenguaje fluido y a la vez rico, tenemos asegurada la distracción y el disfrute. No sabría decir si es una de sus mejores novelas (El Palacio de la Luna, La música del azar, El libro de las ilusiones o Brooklyn Follies), pero de lo que no hay duda es que me proporcionó un día para no olvidar.
(Paul Auster, Sunset Park, Anagrama)
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