domingo, 10 de abril de 2011

Un crimen: no conocer a Ibargüengoitia

Sólo hay algo mejor que descubrir a un autor: confirmar en sucesivas lecturas que no sólo fue un acierto sino que era una obligación, una necesidad. En 1974 (¿cómo pude estar tanto tiempo sin leerlo?) este mejicano publicó la novela Dos crímenes. No voy a desentrañar el argumento de la obra  -acaso celebrar la tardanza de los crímenes- porque no hay palabras que les haga justicia. Sin embargo sí quiero comentar que es una novela a la que no le sobra nada y, según mi entender, tampoco parece que le falte; es decir, estamos ante una obra que durante su lectura suspendemos el sentido crítico ya que nada hace que salte la alarma. Los sucesos, los personajes, los diálogos, las sorpresas de la trama se encadenan como las olas, suaves, naturales, inexorables. Llama la atención, en oposición a la mayoría de nuestros escritores, el sentido del humor de Ibargüengoitia, no por lo que dicen sus personajes, ni por como se complica el argumento, sino por como entiende la literatura su autor: es tan importante que sólo una sonrisa nos la hace más llevadera. Lo dicho, tenemos aseguradas unas pocas y seguras horas de placer.

(Jorge Ibargüengoitia, Dos crímenes, RBA)

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