Después de haber anunciado que no volvería a publicar, la escritora canadiense Alice Munro nos vuelve a regalar un libro de cuentos: Demasiada felicidad. Nueve cuentos y un relato largo que a pocos lectores pueden dejar indiferentes. Con Munro cada vez que nos introducimos en uno de sus cuentos creemos que somos espectadores de una realidad de la que podríamos formar parte. Sin embargo conforme seguimos el desarrollo de la acción descubrimos que debajo de esa realidad se oculta otra mucho más inquietante y debastadora. Vemos que la mirada de Munro nos supera, descubre lo que quiere permanecer oculto y cuando nos lo ofrece no podemos más que agradecérselo. La muerte, el asesinato, la obsesión, el dolor, el remordimiento aparecen donde menos nos podíamos esperar y lo celebramos como un milagro -el milagro de la creación- del que afortunadamente somos testigos.
Casi al final del último relato, sobre la vida de la matemática rusa Sofía Kovalevski, y cuando la protagonista, después de una intensa vida, está apunto de morir creen escuchar sus últimas palabras: "Demasiada felicidad". Sólo este inesperado desenlace bastaría para certificar que nos encontramos ante una escritora prodigiosa.
(Alice Munro, Demasiada felicidad, Lumen, 2010)
En este cuaderno personal van a aparecer algunas de mis aficiones más queridas: La literatura aforística, los refranes, recomendaciones de libros y música clásica, imágenes y grabados del mundo del libro, y esas "malas notas" que de tarde en tarde se me presentan como si tuvieran algo que decir. La incorporación de nuevas entradas se hará, aproximadamente, todas las semanas.
jueves, 24 de febrero de 2011
Bailando con la muerte
El belga Gerard Gaudaen diseñó para Willy Degraeve este ex-libris en que la muerte baila tras una muchacha con un canasto de flores. La leyenda hace referencia a la recogida de flores en mayo. ¿Será acaso el mejor mes para engañar a la muerte?
miércoles, 23 de febrero de 2011
Alfabeto de la muerte de Holbein el Joven
El mismo año (1538) que Hans Holbein el Joven publicó los 49 grabados en madera de la Danza de la Muerte compuso, también sobre madera, 24 letras capitulares con la muerte como protagonista. De este Alfabeto de la Muerte se ofrece el correspondiente a la letra E, seguro que no de esperanza.
martes, 22 de febrero de 2011
Verdi y su Misa de Requiem
Verdi (1813-1901) compuso su Misa de Réquiem a la memoria del novelista Alessandro Manzoni que había fallecido un año antes (1873). Es una obra intensa que se escucha casi sin respiración y envidiando, si esto fuera posible, al escritor que con su muerte fue capaz de provocar este conjunto de melodías tan extraordinarias. Se hace muy difícil seleccionar un sólo movimiento de la obra. ¿Cómo no escuchar el Recordare o Lacrymosa o Hostias? Sin embargo en esta ocasión os ofrezco el Dies irae, movimiento que como columna de la obra aparece en tres momentos. Está dirigido por Claudio Abbado.
Malas Notas 11
Cuando hace treinta años empecé a leer a Elías Canetti me sorprendió sobre todo por dos cosas: el amor por las palabras y el odio a la muerte. Estas obsesiones me las ha trasladado desde entonces y hoy, sin duda, forman parte de mis Malas Notas.
Aunque dispongamos que nos incineren y esparzan nuestros restos, no impediremos transitar por la ciudad de los muertos, ni que sea entre sus habitantes donde nos busquen.
Aunque lo parezca no hay manera de sobrevivir a la muerte de un hijo.
Nunca me acostumbraré a los aplausos durante los entierros. El aplauso es felicitación, admiración, celebración por lo bien resuelto; y en la muerte no hay, ni habrá nunca, nada que celebrar.
Lo bueno de una muerte inesperada es que no permites que nadie pueda pedir a Dios que te recoja en su seno.
(El fraile, grabado de Hans Holbein para La danza de la muerte, 1523)
Aunque dispongamos que nos incineren y esparzan nuestros restos, no impediremos transitar por la ciudad de los muertos, ni que sea entre sus habitantes donde nos busquen.
Aunque lo parezca no hay manera de sobrevivir a la muerte de un hijo.
Nunca me acostumbraré a los aplausos durante los entierros. El aplauso es felicitación, admiración, celebración por lo bien resuelto; y en la muerte no hay, ni habrá nunca, nada que celebrar.
Lo bueno de una muerte inesperada es que no permites que nadie pueda pedir a Dios que te recoja en su seno.
(El fraile, grabado de Hans Holbein para La danza de la muerte, 1523)
La muerte en el refranero castellano
El refranero español como no puede ser de otra manera trata sobre la muerte. Uno de los aspectos más nombrado es que todos somos iguales ante la muerte. Una suerte de igualitarismo pos morten que hace olvidar, y tomar venganza, de la terrible desigualdad que nos ofrece la vida. Veamos algunos ejemplos.
De la muerte no se escapa ni el duque, ni el rey, ni el Papa.
Papas y sacristanes, en siete pies de tierra caben.
Muérese el rey, y el Papa, y el duque, y el prior de Guadalupe.
El rey y el acemilero pasan por un mismo rasero.
La muerte y el amor, igualadores son.
Muerte y enfermedades no distinguen de linajes.
A los bienes y a los males, la muerte los hace iguales.
Tan presto muere el rico como el mendigo.
A la fosa, lo mismo que la vieja va la moza.
De los mozos mueren algunos; pero de los viejos no escapa ninguno.
(Luis Martínez Kleiser, Refranero general ideológico español, Hernando, 1953)
(La Abadesa, grabado de Hans Holbein para La danza de la muerte, 1523)
De la muerte no se escapa ni el duque, ni el rey, ni el Papa.
Papas y sacristanes, en siete pies de tierra caben.
Muérese el rey, y el Papa, y el duque, y el prior de Guadalupe.
El rey y el acemilero pasan por un mismo rasero.
La muerte y el amor, igualadores son.
Muerte y enfermedades no distinguen de linajes.
A los bienes y a los males, la muerte los hace iguales.
Tan presto muere el rico como el mendigo.
A la fosa, lo mismo que la vieja va la moza.
De los mozos mueren algunos; pero de los viejos no escapa ninguno.
(Luis Martínez Kleiser, Refranero general ideológico español, Hernando, 1953)
(La Abadesa, grabado de Hans Holbein para La danza de la muerte, 1523)
Canetti y la muerte
Elías Canetti estuvo siempre obsesionado con la muerte. Durante décadas fue un tema que aparecía entre sus notas, siempre en abierta lucha contra la supremacía de la muerte. Aunque tuvo en mente escribir un libro sobre el tema a la hora de su muerte sólo dejó cientos de apuntes y anotaciones que no nos permiten imaginar en qué consistiría la obra. Disfrutemos almenos de estas notas que Galaxia Gutenberg ha recogido en un volumen que va 1924 a 1988.
Se muere con demasiada facilidad. Morir debería ser mucho más difícil.
La más monstruosa de todas las frases: que alguien ha muerto "a tiempo".
Sentimiento de culpa ante mi padre: ya tengo nueve años más de los que él llegó a tener.
El terremoto es la forma más limpia de la muerte: la Tierra como asesina.
Lo terrible no es que los animales se devoren unos a otros, pues ¡qué saben de la muerte! Que los hombres, que saben lo que es la muerte, sigan matando, eso es lo más terrible.
Para cada herida uno tenía un animal que se ofrendaba, y si era el adecuado, uno se curaba y seguía con vida.
Y así, todo el negocio de los sacrificios fue un intento para escabullirse de la muerte a expensas de los animales.
"¡Demasiado tarde!", dijeron los parientes que rodeaban el ataúd abierto. "¡Demasiado pronto!", dijo él, y se incorporó dentro de ataúd.
No quiero enterrar a nadie más. Para eso mejor que me entierren de una vez.
Esºterrible decirse que uno ya no será. Es como si nunca se hubiera sido algo.
(Elías Canetti, Libro de los muertos, Galaxia Gutenberg, 2010)
(El Abad, grabado de Hans Holbein para La danza de la muerte, 1523)
Se muere con demasiada facilidad. Morir debería ser mucho más difícil.
La más monstruosa de todas las frases: que alguien ha muerto "a tiempo".
Sentimiento de culpa ante mi padre: ya tengo nueve años más de los que él llegó a tener.
El terremoto es la forma más limpia de la muerte: la Tierra como asesina.
Lo terrible no es que los animales se devoren unos a otros, pues ¡qué saben de la muerte! Que los hombres, que saben lo que es la muerte, sigan matando, eso es lo más terrible.
Para cada herida uno tenía un animal que se ofrendaba, y si era el adecuado, uno se curaba y seguía con vida.
Y así, todo el negocio de los sacrificios fue un intento para escabullirse de la muerte a expensas de los animales.
"¡Demasiado tarde!", dijeron los parientes que rodeaban el ataúd abierto. "¡Demasiado pronto!", dijo él, y se incorporó dentro de ataúd.
No quiero enterrar a nadie más. Para eso mejor que me entierren de una vez.
Esºterrible decirse que uno ya no será. Es como si nunca se hubiera sido algo.
(Elías Canetti, Libro de los muertos, Galaxia Gutenberg, 2010)
(El Abad, grabado de Hans Holbein para La danza de la muerte, 1523)
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