Joseph Joubert (1754-1824) es otro más de los múltiples escritores franceses que destacan en el género del aforismo. Desde su juventud se interesa por la filosofía y conoce a Diderot; también entabla amistad con Chateaubriand cuando éste regresa del exilio. Sus pensamientos aparecen tanto en sus carnets como en sus ensayos y correspondencia. En muchas ocasiones los notamos inconclusos, a la espera de una mayor y mejor definición. Su pasión por la filosofía los hace tal vez demasiado discursivos, excesivamente académicos, faltándole esa chispa, esa gracia y esa sorpresa que muchos de sus compatriotas dieron al aforismo, convirtiéndolo en el género que hoy conocemos. Él mismo reconoce que está negado para el discurso continuo y que en su poética vive "atormentado por la maldita ambición de meter siempre todo un libro en una página, toda una página en una frase y esta frase en una palabra". Sus temas son de lo más variado, del amor a las matemáticas, de las mujeres a la política o de Dios a los libros. Aquí dejo una muestra de sus pensamientos.
Soy apto para sembrar, pero no para edificar y fundar.
Hay espíritus rumiantes y yo soy una de ellos. Es preciso que todos mis jugos pasen por mi doble bolsa.
No me gustan en absoluto esos árboles siempre verdes. Puesto que nada tienen que temer, no me interesan. Puesto que nada pierden, me parecen insensibles. En fin, hay algo frío en su verdor, negro en su sombra. Su mismo follaje es puntiagudo y tiene algo duro.
Una mitad de mí mismo se burla de la otra.
¡Oh querido amigo! Vamos, ¿no sabéis cómo definen al amor? Lo definen como "una comezón". Una comezón del hombre entero.
Cuando mis amigos son tuertos, los miro de perfil.
Los lugares mueren como los hombres, aunque parezcan subsistir.
Todo lo bello es indeterminado.
En efecto, la música y la danza han sometido al orden y a la mesura lo que en el mundo hay de más inmoderado y más excesivo por su naturaleza: los saltos y los gritos.
Un solo sonido bello es más bello que una larga conversación.
El espíritu militar es un espíritu favorable a la bribonada.
Somos menos enemigos de quienes nos odian que de quienes nos desprecian.
Así la idea de resurrección sólo es en puridad la idea de despertar aplicada a la de un sueño más profundo, más entero, al que llamamos muerte.
(Joseph Joubert, Pensamientos, trad. Manuel Serrat Crespo, Barcelona, Península, 2009.)
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