En los sueños somos verdaderos dioses, hasta hacemos resucitar a los muertos.
Los cuadros de Edward Hopper son todos literatura. Tanto los personajes como los edificios esconden una historia, son escenas que sugieren situaciones enmarcadas, instantáneas con un antes y un después. Y como en la buena literatura sus personajes son seres solitarios, silenciosos, cuya única recompensa la obtienen de los rayos del sol.
Igual que en la naturaleza hay que aprender a mirar para distinguir un ave, reconocer un árbol o diferenciar los suelos; en la vida también hay que aprender a verla para descubrir la bondad y la inteligencia, desenmascarar la mentira o apiadarse del dolor y la pena.
En los viajes siempre siento asombro ante los caprichos y combinaciones de la naturaleza y admiración por las habilidades de los hombres.
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